Merecida recordación para un centauro criollo, Francisco Laudelino Mujica Quiñones

Por Raúl Galarza (Cuarta y última nota)

Colofón y repercusión de una vida singular

Si bien es cierto, como dije más arriba, que ha pasado mucho tiempo del trágico hecho, y en principio la muerte de Mujica tuvo repercusión, el tiempo fue desdibujando el perfil de nuestro compatriota; lamentablemente, hasta la Diplomacia de entonces, aparentemente, aceptó los cargos de una conspiración de su parte y no se ocupó por conocer a fondo los verdaderos hechos.

A nuestro personaje le llamaban «El Gaucho»… ¿lo era en realidad?. Y no porque no merezca serlo, pues condiciones le sobraban: el tipo como tal -jornalero campestre, diestro en el manejo del caballo, matrero, de vida nómade, altanero, esforzado, amigo de aventuras; en lo referente al manejo del caballo y en lo aventurero, cerraría. Pero sabemos que «El Ñato» era un personaje muy aceptado como referente de aquella «sociedad»… cultísimo, músico, ex-militar, en fin, con tantas cualidades me cuesta, entonces, encasillarlo. Más bien diría que era un hombre de «dos mundos».

Don Mario Arnaldo Mujica Kearney, sobrino carnal de nuestro hombre, que por estos días «estiba» unos lúcidos 83 años (7) es quien me ha proporcionado todos estos datos, a lo largo de muchas horas de charla, destacando siempre que su tío, aparte de muy buena persona, era muy sacrificado en las tareas del campo.

Pero me resisto, digo, a aceptar que Mujica haya andado noches interminables rondando hacienda y durmiendo en el recado, no porque no fuera capaz, sino porque disponía de gente que lo hiciera por él. En cambio sí lo veo «vivaqueando» en el campo de combate, en la carpa de oficiales; tal vez durmiendo en un catre de campaña sin mellar su condición de hombre hecho a todo, pese a sus gustos exquisitos que, sabemos, mostró en su efímera vida.

Don Francisco Laudelino Mujica, líder indiscutido de los gauchos, seleccionó para armar la delegación que nos representó en Cuba y Méjico a los más capaces: ellos sí eran hombres curtidos, de chiripá y bota de potro, rústicos, analfabetos en su mayoría, pero forjados sus cuerpos en los rigores de la huella, practicando «el más macho de los oficios, el de resero» (según Ricardo Güiraldes -1886/1927), o en el rudo trabajo de mensual en estancias. Lo respetaban ciegamente porque es condición de buen paisano que al que es el más completo lidiando con animales, se le otorgue mansa y calladamente la conducción.

Fue así desde siempre y será. El gaucho se apoyó en líderes que lo condujeran, que lo contuvieran, que lo guiaran. Mujica fue un privilegiado en todo: nacido en cuna de oro, sin privaciones, gentilhombre, jinete insuperable, plantó en tierra de hombres de a caballo como es Méjico, un mojón: los mejores jinetes del mundo son los argentinos.

Sintetizando: un aristócrata, capaz de enfrentarse con el hombre más «entrañudo», con el «chúcaro» más «sotreta»… y con la mujer más encantadora, aunque en ello se le fuera la vida.

“Mi tío Pancho era muy buena persona”

Alrededor de 1942 se estrenó en Buenos Aires una película mejicana titulada “La vida del Gaucho Mújica”. El personaje de «Pancho El Ñato» lo hizo el primer actor argentino Vicente Padula (*). Don Antonio B. Mújica, hermano menor de Francisco Laudelino, dijo al ver «la cinta»: “Dios perdone a los mejicanos, por semejante bodrio, nunca vi una cosa peor”.

También en la década del cuarenta el periodista Federico Montes, en la ya desaparecida revista Mundo Argentino publicó folletines semanales, donde reflejaba la vida del Gaucho Mujica. También la popular publicación Caras y Caretas del 7 de noviembre de 1914, cronicó la muerte de Mujica.

Por su parte un diario de aquel entonces, «El Pueblo», en su edición del 29 de octubre de 1914, comunicó en Pergamino detalles de la dramática muerte de D. Francisco Laudelino Mujica Quiñones.

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NOTAS:

(1) Largarse de la maroma. Mantenerse suspendido de un lazo atado a los postes de la tranquera de un corral y dejarse caer horqueteado sobre el lomo de un potro chúcaro entre todos los que disparan en tropel buscando la puerta, y así jinetearlo.

(2) Así mal llamada antiguamente la actual Plaza 9 de Julio que por el año 1910, era la cancha de fútbol del desaparecido Club Rivadavia.

(3) Guacha. Rebenque tosco, de corto cabo grueso y ancha lonja, muy usado en toda faena campera.

(4) Tanto Mauricio Gauna, como Carlos Báez e Hipólito Centurión, regresaron “semidesnudos” desde Méjico, pues allá les incautaron documentos, aperos y valiosas prendas personales.

(5) Caratulado «Muerte en ocasión de riña», que no era ni más ni menos que la muerte de su apoderado alemán Federico Schnerb que lo había defraudado con las recaudaciones y donde el pulso y la puntería de Mujica no fallaron.

Raúl Galarza

Por Raúl Galarza. Destacado y reconocido defensor del criollismo. Escritor, poeta, conductor de radio, fue presidente de El Fortín Pergamino, institución tradicionalista. Autor de «Mi vieja Matera», presentado en la Feria el Libro de San Antonio de Areco. Nacido un 25 de marzo de 1939. y fallecido en 26 de diciembre de 2012. Como locutor, recibió el Premio Caduceo al mejor programa folclórico de la Provincia de Buenos Aires.