El único equipo argentino que representa al país en las copas internacionales. Se medirá con Cruzeiro en el partido decisivo, que se jugará en Asunción el 23 de noviembre
LA NACION. Christian Leblebidjian
Racing jugó un gran partido ante Corinthians, le ganó por 2-1 (en el global fue 4-3) y consiguió el boleto para la final de la Copa Sudamericana, que se disputará el 23 de noviembre ante Cruzeiro, en Asunción (Paraguay). El equipo de Gustavo Costas fue un reflejo de su ciclo: por momentos ciclotímico, por momentos inestable, pero jugando con un gran amor propio, con potencia ofensiva y dejando el alma para defender sobre el final.
La gran figura de la cancha fue Juanfer Quintero, autor de los dos goles. El primero de penal, el segundo con una definición de centrodelantero. Pero hubo varios puntos altos en la Academia.
Empezando por Gabriel Arias, el arquero que fue responsable en el 0-1 (salió lejos y mal) pero luego tuvo dos atajadas impresionantes, que salvaron al equipo del 0-2 (ante Garro) y del 2-2 (ante Yuri Alberto). Otra figura para el podio fue Agustín García Basso: el defensor central evitó dos goles con cruces impresionantes, por tener buena lectura del juego. Juan Nardoni tuvo movimientos muy interesantes aguantando la pelota y también jugando, como ya había hecho en el segundo tiempo en Brasil; los dos delanteros jugaron con el corazón en la mano, a la hora de atacar y también dando una mano para el retroceso. Gabriel Rojas jugó mejor que Martirena, pero los dos laterales cumplieron y con creces frente a un equipo brasileño que siempre demostró tener una técnica a mano para causar un dolor de cabeza.
Gustavo Costas, llevado en andas por los jugadores al final, fue el gran ganador de la serie. Llegar a la final de un torneo internacional era el objetivo que vino a buscar el DT-hincha no bien asumió el desafío de regresar al club de sus amores. Fue muy criticado (interna y externamente), pero lo que hizo Racing sobre todo en la serie con Corinthians fue un reflejo de lo que es Costas como entrenador. Él lo merece como nadie.
Ahora vendrá la final ante Cruzeiro, rival al que enfrentó en aquellas últimas definiciones internacionales de la Acadeia, en 1988 y 1992, entonces como jugador; ahora, como DT.
En realidad, una final más. Porque la de este jueves Racing la vivió como tal.
FUENTE: La Nación