Deberá jugar cuatro partidos internacionales a puertas cerradas, cuatro encuentros de visitante sin su público y pagar una multa de 200 mil dólares; podrá disputar la próxima Copa Libertadores y no habrá suspensión para la Bombonera; los millonarios juegan el jueves ante Cruzeiro la ida de cuartos de final, en el Monumental
Había algo que se sabía de antemano: Boca estaba fuera de la Copa Libertadores 2015, tras el escándalo ante River , cuyos jugadores fueron agredidos con un producto químico en la Bombonera. Pero había algo que no estaba definido del todo: la sanción disciplinaria. Comparado con lo previsto, los xeneizes la sacaron muy barata, en medio de tironeos y conveniencias. No fueron ni un año ni dos de castigo. Es más, Boca podrá jugar los próximos campeonatos internacionales y ni siquiera tendrá que salir de la Bombonera. En limpio, además de descalificarlo de la competencia, la Conmebol sancionó al club de la Ribera con cuatro partidos a puertas cerradas como local, cuatro partidos sin su gente en condición de visitante y una multa de US$ 200.000. Fue un triunfo en los escritorios. A no dudarlo, pese a que Daniel Angelici ya anunció que apelará el fallo económico y los partidos sin gente en La Boca.
«Se pensó en una sanción mucho más dura, es cierto, pero en todo momento contamos con la colaboración del club, que cumplió con todas las normas de seguridad y que individualizó a la gente que, presuntamente, participó de los incidentes […]. Fue una sanción inédita porque nunca se había descalificado a un equipo de una competencia internacional», dijo el uruguayo Adrián Leiza, integrante del tribunal disciplinario de la Conmebol.
En el medio pulsearon los intereses más variados. Nadie atendió durante el día los llamados en la sede de la Conmebol hasta que anoche, a última hora, trascendió el escrito. Angelici cumplió con el protocolo y declaró temprano en la sede de Asunción. El presidente de Boca aportó pruebas y dio su parecer. Lejos de estar efusivo, aceptó las culpas del club y, según se supo, se amparó en el artículo N° 22 del reglamento para que se completaran los 45 minutos restantes. Así, según su discurso, no quedarían antecedentes de que alguien pudiera frustrar un partido de manera antojadiza y todo se resolvería en el ámbito deportivo. No consiguió ese punto, pero sí logró el objetivo de fondo: que Boca participara de los campeonatos internacionales en 2016, en caso de clasificarse.
Fue un día muy largo, de discusiones, versiones y reuniones. De llamados para un lado y otro. Cuentan que Angelici tuvo un cruce muy fuerte con el abogado de River, Ignacio Villarroel, que se había quedado en Paraguay a la espera del fallo. El club de Núñez había hecho su descargo un día antes. Otro comentario sugirió que la televisión también trató de aliviar el castigo por el suculento negocio que significan las transmisiones de Boca.
Aunque Leiza negó cualquier contacto con Joseph Blatter, la nacion supo que el tema se siguió con especial interés en la FIFA. El mismo Blatter había pedido la sanción más dura ni bien se suspendió el superclásico y la Conmebol quedó en medio de un tironeo. El suizo había hablado con el presidente Juan Ángel Napout y le había manifestado el enojo.
Es más, el propio Napout conversó ayer temprano con varios dirigentes argentinos y no sólo de Boca. Uno de ellos habría sido Julio Grondona (h.). En la misma charla les habría dicho que el castigo sería «severo y ejemplar» y que el resto de las asociaciones estaban de acuerdo con caerle a Boca con todo el peso. Pero, evidentemente, los parámetros eran bastante distintos de la dimensión que había tenido la gresca.
La decisión estuvo en manos de tres de los cinco miembros del tribunal disciplinario: Leiza, el brasileño Caio César Vieira Rocha y el boliviano Alberto Lazada. No pudieron presentarse el representante de Colombia, Orlando Morales, y el de Chile, Carlos Tapia.
Lo cierto es que, por más que se dilató el asunto, la sanción deportiva era un hecho. Tanto que anteayer Cruzeiro recibió un llamado para que preparara el viaje a Buenos Aires, donde el jueves que viene se medirá con River, en el Monumental, por los cuartos de final.
Por más que Boca seguirá el tema, el asunto parece cerrado para la Conmebol. Aunque igual alzó la voz, Angelici mostró cintura política y se sacó un gran peso de encima, más allá del inevitable castigo. Se había armado un gran revuelo alrededor del papelón que recorrió el mundo y Boca zafó por la astucia legal y por su peso específico. Las repercusiones aún están por verse.
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