Finalmente y tras hacerse esperar ansiosamente especialmente por los productores agropecuarios que veían secarse sus sembrados de cosecha gruesa, llegó la lluvia…la bendita lluvia.
Desde la medianoche en que aparecieron los primeros amagues y con profusión de descargas eléctricas, el cielo pareció abrir las canillas y dejó caer el agua a los resecos campos de Areco.
Decimos Areco porque, en diversa magnitud, localidades vecinas habían tenido hace algunos días lluvias que al menos dieron un respiro a los sembrados.
Es cierto que algunos de ellos en esta zona bonaerense sufrieron el embate de la sequía y las altísimas temperaturas y tendrán mermas en sus rendimientos, pero muchos podrán recomponer su productividad y ofrecer cosechas aceptables.
Hasta las 9 de la mañana la lluvia caída era de 60 milímetros y seguía lloviendo copiosamente; ahora la preocupación pasa a instalarse en los vecinos del río ya que si en la cuenca del Areco las precipitaciones son similares o mayores cabe esperar, para ver el comportamiento del río que en las últimas ocasiones no fue nada alentador ya que con lluvias similares a la actual tendió a salirse de cauce.