También un 3 de febrero: La batalla de Caseros

 

 

Derrota de don Juan Manuel de Rosas que significó el fin de su gobierno y su exilio en Inglaterra. La batalla estaba perdida de antemano; las fuerzas de la Confederación enfrentaron al «Ejército Grande» comandado por Urquiza y Caxias, que contaba con un total de 28.149 plazas formadas por correntinos, entrerrianos, uruguyos, exiliados unitarios y brasileños pertenecientes al ejército imperial. Los brasileños habían apostado, además, 12.000 hombres en Colonia -el «ejército chico»- como refuerzo.

Tenía 45 cañones modernos y una batería de cohetes. Rosas tenía 22.000 hombres -12.000 de caballería y el resto de infantería- pero muchos eran bisoños , sin ninguna experiencia de guerra. Sus 60 cañones viejos casi no tenían munición. La batalla presentada fue ante todo una cuestión de honra; no en vano en la parte final, cuando era evidente la derrota, Rosas centró la lucha contra las tropas imperiales (también la inició contra ellas) marcando así el concepto que le merecía su enemigo, que se había aliado con el imperio de Brasil para derrotar a la Confederación.

La batalla comenzó a la nueve de la mañana y terminó al comenzar la tarde; Rosas, herido en una mano de un balazo, se alejó acompañado de un auxiliar. Bajo un ombú situado en Hueco de los Sauces (actual Plaza Garay) redactó su renuncia que encomendó a su ayudante, quien inmediatamente la hizo llegar a la Junta de Representantes.

Luego, cubierto por un poncho, durmió -llevaba tres noches en vela- una hora. A las cuatro de la tarde llega a la embajada inglesa; esa misma noche, con el auxilio de Manuelita, el embajador inglés, Gore lo convence de la necesidad de refugiarse en el buque de guerra Centaur, anclado en la rada.

Rosas lo hace finalmente y junto con algunos miembros de su gobierno navega, días después, hacia el exilio en la nación que él mismo, años atrás obligara a agachar su altivez imperial ante la denodada defensa de la soberanía argentina. El 20 de febrero las tropas vencedororas de Urquiza,, Caxias y Márquez de Souza entraron en Buenos Aires y desfilaron por sus calles.

Fuente:Nuestra Historia Argentina Tomo 3. Pág. 96 Editorial Oriente S.A.uenos Aires. 1981