La Oma. Una historia real. Recordamos a una mujer común.

Monumento a la Oma   Homenaje en Aldea San Antonio  Entre Ríos

 

 

LA OMA
Recordamos hoy a una mujer común, una vida común, que cobró notoriedad por un hecho fortuito (La canción dedicada por LOS 4 DE CÓRDOBA) pero que representa el drama y la aventura de la inmigración europea. Hablamos de MARTA HOFFNER. Una anciana de San Bernardo, provincia del Chaco.

La historia comienza el 12 de octubre de 1907 en Brasil, en Joinville, Estado de Santa Catarina.

Como innumerables otras ciudades del Brasil, la historia de Joinville está ligada a la colonización europea. El día 9 de marzo de 1851, llegaron a «Colônia Dona Francisca» los primeros 191 inmigrantes, de los cuales 117 eran alemanes y suizos, y los demás noruegos. Se llamaba así porque Princesa Doña Francisca, hija de Don Pedro I, recibió estas tierras como regalo de casamiento, un día 1 de mayo de 1843, con François Ferdinand Philippe, el príncipe de Joinville. Con destronamiento de su padre, el Príncipe de Joinville comenzó a sufrir dificultades económicas en 1848, cuando entonces el dueño de la Sociedad Colonizadora Hamburguesa, el senador alemán Christian Matthias Schröder compró al procurador del príncipe Leonce Aubé, ocho de las veinticinco leguas recibidas como regalo de casamiento.
El príncipe jamás conoció la ciudad que futuramente llevaría su nombre. La casa que en aquel entonces fue construida para los príncipes, actualmente puede ser visitada en el «Museo Nacional de Inmigración y Colonización Palacio de los Príncipes de Joinville».
Actualmente destacan la colectividades alemana, suiza e italiana y la ciudad posee la única filial del Ballet Bolshoi fuera de Rusia.

Volvamos. 12/10/1907 se recordaba el descubrimiento de América cuando ese día nació la 5º hija de un matrimonio alemán en Joinville, le pusieron Marta. Una hermosa niña rubia con ojos azules. Siendo una jovencita conoció al inmigrante alemán Armand Rabe y se enamoraron. La situación económica de Armand se fue haciendo cada vez más difícil hasta que le salió una posibilidad de ir a la Argentina, a la provincia del Chaco. Armand tomó la dolorosa decisión de marcharse de la Joinville y de Marta. Debieron separarse.
Armand llegó a Charata y luego a San Bernardo. Todo fue mejorando para él con trabajo duro en el campo, pero extrañaba a Marta. Marta también lo extrañaba y decidió partir para Uruguayana, luego pasó por Corrientes y llegó al Chaco, a San Bernardo y 2 años después se reencontraron.

Aquí existía una abra (pampa) con ñandúes. Y el pueblo originario Mocoví, pobladores de esta región, cazaban estas aves y comían sus huevos. A este lugar se lo denominaba “Pampa del Huevo”.

En 1933, Gonzalo Valentín Pando (colono), hizo los planos de un pueblo que en honor a su hermano llevaría el nombre Bernardo. Así, dejó de ser ”Pampa del Huevo” para pasar a “San Bernardo”.

Marta y Armand se casaron y tuvieron tres hijos: Ana, Martín y Gerda.
El amor no fue para siempre. En la década del cincuenta, Armando decidió separarse de la “La Oma” y viajó a Buenos Aires junto a su hijo Martín. Las otras dos hijas, Ana y Gerda, se fueron del monte chaqueño. Ana tuvo como destino los Estados Unidos, mientras que Gerda consiguió trabajo como secretaria del doctor Esteban Alejandro Mauro (quien venía desde Mendoza a trabajar en Chaco). Gerda veía seguido a su madre Marta, pero igualmente “La Oma” pasaba gran parte de la semana sola en compañía de su entrañable amigo: el lorito “Pedro”.

La Oma era muy trabajadora y orgullosa de su estirpe. Cultivó algodón y además realizaba todas las tareas del campo: sembró, crío vacas, gallinas, aves de corral y chivos. En ese tiempo había muchas plagas, especialmente de langostas que devoraban todos los cultivos.

 

Por eso para espantarlas hacían ruidos con latas y bolsas, porque no había venenos. Ella para transportarse usaba una volanta tirada por burros.

 

En 1975, el mendocino Daniel Altamirano llegó a San Bernardo junto a su grupo Los Altamirano compuesto por él y por sus dos hermanos Julio y Mario. En Chaco fueron a visitar a su coprovinciano el doctor Esteban Mauro. En uno de sus viajes, el doctor Mauro, le pidió a “La Oma” que prepare un chivito para agasajar al grupo. Así el 25 de mayo de 1975, el doctor Mauro y Los Altamirano recorrieron cinco kilómetros, pasando por picadas bordeadas de árboles hasta que llegaronn al rancho de barro, apuntalado con quebracho colorado donde vivía “La Oma” que los impresionó con su belleza que resistía al paso del tiempo y con su personalidad trabajadora.

Más tarde el compositor Pedro Favini (tucumano) integrante del Trío San Javier le añadió música con ritmo de chamamé y en el año 1977, el grupo “Los 4 de Córdoba” (integrado por Víctor Godoy, Héctor Pacheco, Eduardo Márquez y Américo Albornoz) estrenaron el tema, logrando un éxito rotundo y convirtiendo esta canción en una de las más populares del repertorio folklórico argentino.
Recién en 1977, doña Marta Hoffner de Rabe se enteró de su proyección en el festival de Villa Angela, Chaco, donde fue llevada con engaños y la hicieron subir al escenario acompañada por Los Cuatro de Córdoba. La Oma recibió una impresionante ovación de la multitud, que coreó de pie la canción.
El año 1994 el Congreso de la Nación Argentina la reconoció como “mujer sobresaliente del año”.

Pero como todos la Oma era mortal y el 19 de noviembre de 1994, a las 6:15 horas, con 87 años de edad, su vida finalizó. Sus restos descansan en el cemenerio de San Bernardo.
Sin duda alguna, la sencillez, el esfuerzo y la voluntad de esta mujer, la dejaron grabada en la historia e inmortalizada en una canción.