Sanz se afianza como un ministro sin cartera

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    Pese a que no ocupa ningún cargo, trabaja con el Gobierno en temas judiciales y coordina el apoyo del resto de la UCR

    DOMINGO 27 DE DICIEMBRE DE 2015

    «Ministro sin cartera», «asesor a libre demanda», «consejero en temas varios». Varían las figuras y los interlocutores que las usan. Pero aluden siempre a la misma persona, Ernesto Sanz, y a su rol en el gobierno de Mauricio Macri en sus primeras dos semanas de existencia.

    Lejos de los cargos públicos -a los que renunció sorpresivamente horas después del triunfo de Cambiemos-, Sanz reparte sus horas entre los contactos con el Presidente, los ministros radicales del gabinete, los gobernadores de Jujuy y Mendoza, ambos de la UCR, y los dirigentes de su partido.

    El vínculo entre Sanz y Macri presidente debutó con una herida que los dos intentaron coser rápido. El radical se enteró de los nombramientos de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti en la Corte Suprema al mismo tiempo que la mayoría de los argentinos. Tarde. Sabía que Rosenkrantz era uno de los elegidos de Macri, pero no que las designaciones saldrían por decreto y menos aún que el Presidente avanzaría con el tema tan pocas horas después de haber asumido la presidencia.

    También supo con antelación de las decisiones respecto de la Afsca, remoción de Martín Sabbatella incluida, y conoce el plan oficial para conseguir la salida de Alejandra Gils Carbó, del que participó activamente desde su origen.

    Aunque a principios de noviembre, cuando era el eventual ministro de Justicia de Macri, Sanz dijo en una entrevista con Clarín que no le «temblaría la mano» para recurrir a DNU cuando hiciera falta, hoy esboza en privado una idea que es la exacta contracara de aquella frase polémica.

    «Una administración que no tenga una mayoría estable en Diputados no es viable», repite ante sus interlocutores de estos días. Por eso, cree que, cuanto antes, y más allá de que Macri convoque o no a sesiones extraordinarias, Cambiemos debe abocarse a conseguir y consolidar esa mayoría que hoy no tiene en la Cámara baja. Es su manera de plantear que tampoco le parece viable que Macri siga tomando decisiones de peso político por decreto. No son pocos los radicales que vislumbran una «fiesta de DNU» como un escenario posible.

    Un ojo en los ministros

    Mientras tanto, Sanz sigue de cerca los primeros pasos de Julio Martínez como ministro de Defensa; de Ricardo Buryaile en Agroindustria; y de Oscar Aguad, una de las caras del desplazamiento de Sabbatella, en Comunicaciones. También es fluido el diálogo con Gerardo Morales, que desde el primer día de gobierno en Jujuy convive con la presión de Milagro Sala, y con Alfredo Cornejo, que recibió Mendoza con las cuentas en rojo.

    También habla seguido con la canciller Susana Malcorra y con su segundo, el radical Carlos Foradori, en cuya designación tuvo mucho que ver.

    Está muy al tanto además de los movimientos del ministro de Justicia, Germán Garavano. Con él trabajó en buena parte de las medidas con las que el Gobierno prevé avanzar en las próximas semanas, como el freno a la aplicación del nuevo Código Procesal Penal y la reforma del Consejo de la Magistratura.

    Aunque cargada, la agenda de Sanz transcurre sin hacer ruido. Sólo habló en público para respladar las designaciones en la Corte. Tiene claro que la decisión de no ocupar cargos en el Gobierno y el anuncio de su retiro de la política «formal» provocaron confusión y una pila de hipótesis sobre sus verdaderas motivaciones que siguen en danza hasta hoy. Sabe que exponerse sólo sumaría desconcierto.

    Por otro lado, y más allá de su papel de «consejero» del Presidente, Sanz no quiere hacerle sombra a José Corral, su sucesor en la UCR. Apoyó su elección como jefe del radicalismo convencido de que encarna el relevo generacional en el partido y quiere que crezca.

    Por lo pronto, Sanz disfruta de su nuevo papel. Después de dos semanas de descanso en Mendoza volverá a su trabajo en las sombras, bien cerca la Casa Rosada. Con más tiempo libre, pero lejos del retiro idílico que describió en su carta de despedida hace apenas más de un mes.