Avanza una temida auditoría de la Anses

Analizará la gestión kirchnerista; preocupa al PJ, al FPV y a empresarios

LA NACION

 

Emilio Basavilbaso, Diego Bossio y Miguel Pichetto
Emilio Basavilbaso, Diego Bossio y Miguel Pichetto.

En los próximos días, con algo de retraso según el plan previsto, el Gobierno dará el primer paso para avanzar con el documento más comentado y temido tanto por el Partido Justicialista como por el Frente para la Victoria. Se trata de un informe detallado sobre la gestión de los últimos años en la Anses, que inquieta no sólo a parte de la clase política, sino también a empresarios y banqueros.

El organismo previsional que conduce Emilio Basavilbaso admitirá públicamente que está en marcha, por fin, el proceso licitatorio para la auditoría, que será encomendada a dos consultoras: PwC y Deloitte. Desde el verano, el economista soportó la presión de algunos protagonistas de la historia previsional reciente, ansiosos por saber qué podría llegar a revelar el documento. Basavilbaso fue testigo de las tribulaciones de Diego Bossio, ex jefe de la Anses, y recibió sugestivas visitas del banquero Jorge Brito y del empresario Eduardo Elsztain, aunque ninguno de los dos mencionó el tema de modo directo.

Basavilbaso, actual director ejecutivo de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), también recibió las objeciones de un abogado que impugnó la probable publicación del informe por considerar que no se estaba cumpliendo con los pasos administrativos, y, peor aun, escuchó dudas de miembros del propio Gobierno, entonces en plena negociación con el peronismo por el tratamiento de leyes decisivas en el Congreso.

«¿Ustedes saben que yo tengo 17 diputados que me responden?», fue lo primero que le advirtió Bossio a Emilio Monzó, jefe del bloque oficialista de la Cámara de Diputados, apenas se filtró la información de que la auditoría estaba en marcha y su elaboración, en estado avanzado. El macrismo estaba todavía contando los votos para la eliminación de las leyes Cerrojo y de Pago Soberano con lo que terminó cerrando el acuerdo con losholdouts, a quienes les terminó de pagar el 22 del mes pasado.

En la Anses lo niegan, pero la advertencia llegó a dar resultado en los altos mandos de la Casa Rosada, donde algunos prefirieron atenuar el entusiasmo revisionista.

Fueron días complicados. El lunes 4 del mes pasado, Bossio tenía que reunirse por diversos motivos con Mario Quintana, uno de los coordinadores del gabinete económico del Gobierno, y aprovechó el encuentro para consultarlo al respecto, como al pasar.

El ex mandamás del fondo Pegasus venía de recibir, con idénticas intenciones, una llamada de Miguel Ángel Pichetto. La ansiedad del jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria no tenía que ver consigo mismo sino con su hijo Juan Manuel, ex candidato a intendente de Viedma, que ocupó hasta el año pasado un cargo en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, el ente que se nutrió de los stocks de las AFJP (las participaciones accionarias en empresas privadas, por ejemplo) y a través del cual la Anses canaliza sus inversiones.

Desde el Gobierno nunca se les dijo a ambos toda la verdad. Y a pesar de las negativas, evasivas o eufemismos, según el caso y el funcionario, el nerviosismo de quienes podrían estar mencionados en el documento final fue creciendo.

Tanto, que Bossio eligió también la vía administrativa: le hizo un pedido oficial a la Anses para averiguar si realmente existía la auditoría y se lo preguntó también en persona al propio Basavilbaso. En ambos casos la respuesta fue la misma: no hay ningún informe terminado.

Joven, pero experimentado en estas lides, Bossio acababa de percatarse de que, como en otras áreas y hasta ministerios del Estado, el macrismo no estaba cumpliendo con los procesos de contratación de consultoras, razón por la cual enfrentaba problemas para pagar las auditorías en marcha o realizadas.

«Si existe ese informe, tiene que ser legal -dijo en ese momento, hace alrededor de un mes, a LA NACION el diputado-. Yo estoy tranquilo. Pero desde ya advierto que, ante cualquier acusación, voy a defenderme citando a todos los denunciantes al Congreso a que sostengan jurídicamente lo que han dicho. Si no contrataron a la auditora, es ilegal. No se puede hablar tan livianamente. Toda nuestra gestión fue transparente, como nunca en el organismo en los últimos años, y sometida a controles».

Bossio le entregó a este diario una copia de una auditoría que le encargó en los últimos años a Deloitte para autoevaluarse. «Es larga, léanla: muestra que está todo en orden». Este diario volvió el viernes pasado a comunicarse con el legislador del PJ, que recordó que se había impugnado el trámite por haber sido adjudicado en forma directa. «No contrataron la auditoría, está parado el proceso», insistió.

En su momento, en el Gobierno llegaron a sospechar que esa impugnación, a cargo de un abogado cuyo nombre la Anses no reveló pese a la consulta de LA NACION, no era más que una iniciativa de Bossio.

Es cierto que las asperezas llegaron por un momento a atenuarse. En realidad, la relación entre el kirchnerismo y el nuevo gobierno en el organismo fue buena al principio, cuando la administración saliente convivió con el equipo de Basavilbaso casi como en ninguna otra área del Estado. «Se abrieron todos los libros, se mostró todo, porque la gestión fue inobjetable», se atajó un ex funcionario de la Anses.

En abril, ya aprobado el acuerdo con los holdouts, LA NACION se cruzó en el Teatro Colón con un miembro del equipo económico actual y le consultó si la revisión se estaba demorando por algún motivo. «No es así -contestó-. No hay ninguna orden para frenar ningún informe, y ya no necesitamos al PJ para ninguna ley relevante este año».

Faltaban todavía algunos sucesos legislativos relevantes, como el finalmente frustrado freno a la ley antidespidos y el paquete que esta semana entrará en el Congreso con los pagos de las deudas con jubilados y el blanqueo impositivo.

Si es detallado, será inevitable que el documento se adentre en aspectos ríspidos, como las inversiones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad; incluso en aspectos como la publicidad del organismo, y que al menos haga un sondeo de las interacciones de la Anses con empresas y bancos.

De ahí que el nerviosismo pueda en estas horas alcanzar al mundo de los negocios. De todos modos, Brito y Elsztain fueron infinitamente más elegantes que el peronismo. Durante esas semanas de intensos trascendidos, visitaron a Basavilbaso para presentarse formalmente, pero no le preguntaron nada sobre el asunto. No era cuestión de adelantarse a los hechos. Los vínculos de ambos empresarios con la Anses son administrativos: se circunscriben al depósito de jubilaciones en cuentas a la vista y, en el caso del líder del Banco Hipotecario, a la relación con el organismo a través de la tarjeta de compras Tarshop, utilizada en los shoppings, y el Plan Procrear.

En el Gobierno conviven por ahora dos posturas contrapuestas: quienes están convencidos de que, en aras de la transparencia, hay que apurar la realización de la auditoría (o su publicación, si ya estuviera avanzada), y los que, sin admitirlo en voz alta, la ven como una buena herramienta de negociación para los próximos tiempos.