Estancias y hacendados en el pago de Cañada de la Cruz del siglo XVIII (Parte I)

Mauro Luis Pelozatto Reilly

  Los territorios que hoy conocemos como pertenecientes al partido de Exaltación de la Cruz correspondían al pago de Cañada de la Cruz, el cual indudablemente fue uno de los más destacados en la campaña bonaerense colonial, por varios motivos. En primer lugar, porque en ellos tuvieron lugar y desarrollo grandes estancias mixtas, es decir, unidades productivas (UP) orientadas a la cría de varias especies de ganado y a las cosechas de cereales, respondiendo así a las demandas de múltiples mercados de la época.

Si bien hubo una marcada supremacía de productores pecuarios, no fue una región exclusivamente formada por estancias, entendidas como grandes UP concentradas fundamentalmente en la reproducción de bienes de hacienda, discutiendo así la visión tradicional que hasta hace algunas décadas predominó entre los especialistas: la de una campaña dominada por los estancieros en contraposición al sector de gauchos, vagos y malentretenidos.

Los datos encontrados nos muestran una zona que fue cambiando a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII. Por ejemplo, en el padrón rural de 1726 se registró una interesante cantidad de establecimientos identificados como estancias (sobre 83 UP, 36 eran de este tipo, o sea, un 43,4 %). En el registro siguiente (1738), si bien no se clasificaron las explotaciones, dado el perfil productivo de sus ocupantes, pude encontrarme con una gran mayoría de pequeños y medianos productores independientes, los cuales componían un grupo nítidamente heterogéneo: había quienes se declararon simplemente como labradores, como fue el caso de don Diego de Armandía; otros, en cambio, fueron empadronados como con pocas, algunas o muchas haciendas (entendidas como sinónimo de planteles de animales); los que se podrían definir como estancieros son los que aparecen en el registro como con crecidas haciendas o con haciendas de todas las especies.

Los primeros eran ni más ni menos que pequeños labradores y pastores. En este último caso, podría mencionar a Juan de Sosa, que contaba con unas pocas cabezas en su parcela. Por otra parte, existen casos que vienen a demostrar la complementariedad entre ganadería y agricultura, como fue el de Roque Díaz, labrador con algunos animales, y un tal Galiano, con principio de animales y labores.

En definitiva, estamos frente a un espacio de producción mixta y ganadería diversificada. El último padrón del período, del año 1744, nos pone frente a una situación aún más compleja: había estancieros como Francisco Casco de Mendoza, quien se mantenía de sus haciendas. También se hallaban los pequeños pastores y labradores, como Tomás Basualdo y todos los que se encontraban asentados en tierras de Tomás Monsalve. Vale la pena destacar que la mayoría de estos productores de poca monta no eran propietarios de sus tierras (caso contrario al de los dueños de las estancias), y por lo general estaban asentados en tierras realengas, como agregados en unidades rurales de otros, o también como arrendatarios, es decir, que debían pagar una renta por la ocupación de las parcelas.

Entre éstos también hubo quienes se empleaban como peones o capataces de productores más grandes, o que bien supieron desempeñarse como pulperos y comerciantes al por menor. Lamentablemente no contamos con datos más precisos sobre el stock pecuario y la mano de obra dentro de los establecimientos de este período. Empero, este repaso es suficiente como para comprobar la existencia de un gran número de pequeños productores y de pocas estancias que puedan considerarse como verdaderamente grandes (latifundios).

Por otra parte, la gran mayoría de los campesinos vivían y trabajaban en tierras de otros vecinos, basándose principalmente en la fuerza de trabajo familiar, la cual se impuso claramente por sobre la mano de obra asalariada y la esclavitud. Sería interesante seguir profundizando sobre otros temas como el perfil productivo de las UP, las características de los trabajadores y el papel del trabajo esclavo en la región.

Otra de las cuestiones más discutidas por la historiografía colonial rioplatense y argentina es la importancia de las grandes estancias y de la ganadería en la región. Personalmente, pienso que es necesario apreciar las cosas desde una perspectiva local, ya que no todos los pagos y partidos se desarrollaron de la misma forma, y en consecuencia no podemos pensar en que las prácticas económicas fuesen las mismas en todas partes, ni mucho menos.