Nuevamente la violencia. Un mal endémico de la Argentina. Por Eduardo Clancy

3ª y última nota

Los hechos relatados parecieran describir un clima de odio irreconciliable entre los bandos en pugna, pero no es así. Al fin y al cabo, los extremismos de derecha y de izquierda tienen puntos en común y los pactos entre Hitler y Stalin para repartirse Europa así lo demuestran.

El caso de Elena Holmberg merece ser mencionado como claro ejemplo de las obscuras componendas de individuos o grupos aparentemente antagónicos donde no hay principios ni ideologías, solo negocios sucios.

Juan Gelman, escritor y periodista que junto a Rodolfo Galimberti renunciara a Montoneros y por ello fuera condenado a muerte, vivió sus últimos años exiliado en México.

denunció en 1978 la componenda urdida por el Almirante Massera y Mario Firmenich para propulsar la candidatura del marino a la Presidencia de la Nación y reorganizar las filas de Montoneros para su integración política a la Argentina.

Mario Firmenich, que vivía en Europa disfrutando de los 60 millones de dólares sustraídos a los hermanos Born, se encontró con  Massera en el Hotel Intercontinental de París, ciudad en la que la Marina había instalado un Centro Piloto con la excusa  de mejorar la imagen de la argentina en el exterior.

Los Montoneros convinieron en no interrumpir con acciones terroristas el Mundial 78, por lo que facturaron al gobierno militar un millón trescientos mil dólares.

En las elecciones de 1989, también negociaron con Carlos Menem el aporte de dinero para su candidatura a cambio de indultos, acción que el riojano cumplió fielmente.

Fueron indultadas en su gobierno 1200 personas entre militares y miembros de las organizaciones subversivas.

Contemporáneamente a Gelman y desde nuestra Embajada en Francia, Elena Holmberg  obtenía información sobre el Centro Piloto y fotografías del encuentro con Firmenich. También investigaba la relación de Massera con la Logia Propaganda Dúe presidida por Liccio Gelli y compartir toda esa información le costó la vida, como también al Embajador en Venezuela Héctor Hidalgo Solá y los periodistas Agulla y Fernández Pondal, conocedores de las maquinaciones de Massera.

El 20 de diciembre de 1978 fue secuestrada y asesinada en Buenos Aires por un Grupo de Tareas de la Marina y su cadáver apareció flotando en el Río Luján.

Sus restos fueron enterrados como N.N. en Benavidez y luego de hallados en una ardua búsqueda de su familia, exhumados y hoy descansan en el Cementerio de San Antonio de Areco.

Su colega y amigo Gregorio Dupont conocía los hechos descubiertos por Elena y por eso fue cesanteado del servicio exterior y condenado a vivir en constante sobresalto.

1982 fue querellado por Massera, dándole pie para dar testimonio ante la justicia sobre lo sucedido con su amiga . A consecuencia de ello, su hermano Marcelo de gran parecido físico con Gregorio fue secuestrado y tirado al vacío desde el piso catorce de un edificio en construcción el 30 de septiembre de 1982.

Como Corolario y a cuarenta años de estos tremendos sucesos, podemos decir que muchos de los  asesinos del gobierno militar han sido juzgados por sus horribles crímenes y pasarán sus últimos años de vida en la cárcel.

Tuvieron el privilegio de ser juzgados con el debido proceso y la protección de las Leyes, mientras que sus víctimas carecieron de esos elementales derechos.

“Contrario Sensu”, como dirían los abogados, los asesinos como Verbitsky y tantos otros han sido sobreseídos,  indemnizados y tratados como héroes de la Patria. No pagaron sus culpas, no se arrepintieron de sus crímenes y mucho menos perdonaron los crímenes de sus oponentes.

Se dan el lujo de actuar como referentes de la política nacional y dar cátedra en universidades.

Nelson Mandela perdonó a los que lo mantuvieron 27 años en cárceles sudafricanas, pero les exigió una condición: que confesaran en audiencia pública los crímenes cometidos.

Los esbirros de unos de los regímenes racistas más crueles de la historia cumplieron con esa exigencia y fueron perdonados, también en forma pública.

Los acuerdos de paz en los casos del I.R.A. (Irlanda), E.T.A.( País Vasco) y las F.A.R. ( Colombia) significaron para estas organizaciones la renuncia a la violencia, la entrega de sus armas y la aceptación y cumplimiento de las reglas de juego de la vida democrática.

Qué lejos estamos de lo que sucedió en esos países.

Qué difícil es avanzar en el afianzamiento de la paz y la concordia cuando hay ciudadanos que aborrecen las instituciones republicanas y hacen uso de la violencia para obtener el poder totalitario que les niegan los votos.

Arquitecto  Eduardo Clancy

DNI. 4.363.495

San Antonio de Areco

Agosto de 2017