Combate de la Vuelta de Obligado. Día de la Soberanía Nacional

La Batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y en el norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en lo que hoy es la localidad de Obligado (partido de San Pedro).

El 20 de noviembre se celebra el Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de esa batalla; en aquel entonces, los heroicos soldados argentiía nacionalnos, en inferioridad de condiciones, resistieron la invasión del ejército anglo-francés, el más poderoso del mundo.

Ese ejército enfrentó a la Provincia de Buenos Aires, liderada por el brigadier Juan Manuel de Rosas (1793-1877) —quien nombró comandante de las fuerzas porteñas al general Lucio N. Mansilla (1792-1871)— y a la escuadra anglofrancesa, cuya intervención se realizó bajo el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.

Los europeos pretendían establecer relaciones comerciales directas entre Gran Bretaña y Francia con las provincias de Santa FeEntre Ríos y Corrientes, sin pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Rosas como encargado de las relaciones exteriores de la Confederación.

El 13 de agosto de 1845 se le dieron instrucciones a Lucio Norberto Mansilla (padre del destacado escritor argentino Lucio V. Mansilla) para construir baterías costeras artilladas. Mansilla solicitó al juez de paz sampedrino Benito Urraco que le informase sobre el armamento existente y la población de entre 15 y 70 años, y que pusiera en estado de asamblea a la milicia activa. El día 22 de agosto pedía el envío de 30 tirantes de madera para la construcción de las baterías, y el 12 de noviembre envió a San Pedro al sargento mayor Julián Bendim, al mando de «ciento setenta y tantos» soldados de caballería e infantería, para proteger a la ciudad de un posible desembarco anglo-francés.

En el marco de la Guerra Grande, una flota anglo-francesa –integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes– fue interceptada por tropas argentinas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla. Los europeos disponían de 418 cañones y 880 soldados, contra seis barcos mercantes y 60 cañones de escaso calibre que les opuso Rosas.

Once buques de combate de la escuadra anglo-francesa navegaban por el río Paraná desde los primeros días de noviembre; estos navíos poseían la tecnología más avanzada en maquinaria militar de la época, impulsados tanto a vela como con motores a vapor. Una parte de ellos estaban parcialmente blindados, y todos dotados de grandes piezas de artillería forjadas en hierro.

La principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 m de ancho, y un recodo pronunciado dificultaba la navegación a vela.

El general Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a costa, sobre 24 lanchones. La operación estuvo a cargo, principalmente, de un italiano inmigrado a la Argentina, de apellido Aliverti.

En la ribera derecha del río montó cuatro baterías artilladas con 30 cañones, muchos de ellos de bronce, con calibres de 8, 10 y 12, siendo el mayor de 20, los que eran servidos por una dotación de 160 artilleros. La primera, denominada Restaurador Rosas, estaba al mando de Álvaro José de Alzogaray;nota 1​ la segunda, General Brown, al mando del teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante; la tercera era la General Mansilla, comandada por el teniente de artillería Felipe Palacios; y la cuarta, de reserva y aguas arriba de las cadenas, se denominó Manuelita y estuvo al mando del teniente coronel Juan Bautista Thorne.

Fragmento de las cadenas utilizadas en la batalla, exhibidas en el Museo del Bicentenario.

Además, en las trincheras había 2000 hombres, la mayor parte gauchos asignados a la caballería, al mando del coronel Ramón Rodríguez, jefe del Regimiento de Patricios. También participaron tropas del 2.º batallón de Patricios.

Aprovechando el relieve de la costa del río Paraná en ese lugar, Mansilla dispuso a gran parte de su tropa en la especie de playa baja ubicada antes de las barrancas que en ese punto tienen casi 20 metros de altura; considerando acertadamente que los invasores anglo-franceses atacarían con su artillería primeramente a las baterías argentinas ubicadas en lo alto de tales barrancas, de este modo las tropas argentinas ubicadas en la parte baja podían hostigar la aproximación a las costas de los navíos y hacer frente con mayor eficacia a los desembarcos invasores.

El combate se inició al amanecer del día 20 de noviembre, primeramente con una escaramuza unos pocos kilómetros aguas abajo del río Paraná cuando tres lanchones argentinos que patrullaban al río fueron atacados por la artillería de la flota anglo-francesa; a las 08:00 de la mañana el vapor inglés al mando de Charles Otham comenzó a cañonear las posiciones argentinas sin mucho efecto pero a las 10:30, la flota invasora reunida, con su diluvio de proyectiles comenzó a tener eficacia: con un intenso cañoneo y fuertes descargas de cohetes Congreve sobre las baterías argentinas. Estas respondieron de inmediato, pero estaban en inferioridad de condiciones, ya que contaban con cañones de mucho menor alcance, mucho menor precisión y notable lentitud de recarga, en comparación con las piezas que poseían los invasores.

Las tropas defensoras los recibieron con un «¡Viva la Patria!» y los sones del Himno Nacional. Al encontrarse la nave capitana francesa de frente a las baterías defensoras, estas abren fuego matando en el acto a 28 hombres de dicho buque y dañando seriamente su arboladura (se contabilizaron 11 disparos solo en el palo mayor), independientemente del gran ímpetu de las fuerzas defensoras, el intercambio de disparos causó desde un primer momento múltiples bajas en el bando argentino.

Plano de la batalla (clicar sobre la imagen para ampliarla).

Sin perjuicio de la desigualdad de fuerzas, las baterías argentinas logran dejar fuera de combate a los bergantines Dolphin y Pandour, obligando a retroceder al Comus, silenciando el poderoso «cañón de a 80» del Fulton y cortando el ancla de la nave capitana (la cual dejó de batallar y se alejó a la deriva, aguas abajo). Era tal el furor con que ambas fuerzas se batían, que en un momento dado Mansilla (sin perder su acostumbrada serenidad) le preguntó a su amigo italiano: «Che, Alberti, ¿qué es eso que echan al agua, de aquel barco?», a lo cual el italiano (luego de mirar a través de su catalejo) contestó: «¡Son corpos [‘cuerpos’], usía!».

Luego de más de dos horas de combate, las fuerzas defensoras habían agotado gran parte de sus municiones, por lo que su capacidad de respuesta disminuyó considerablemente. Ante el vuelco de las circunstancias, el comandante Sullivan ordenó el desembarco de dos batallones que avanzaron contra la batería sur. El general Mansilla ordenó la carga a bayoneta. Mientras encabezaba la carga, fue herido de gravedad en el pecho por una salva de metralla. El coronel Juan Bautista Thorne lo reemplaza en el comando de la artillería, mientras que Rodríguez asumió el mando autónomo de sus fuerzas de caballería. Thorne perdió casi por completo la audición por una explosión de granada muy cercana.

Fuente: Wikipedia