Aplicarán en Nueva York el método usado hace 50 años por Julio Maiztegui

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 Instituto «Julio Maiztegui. Pergamino

Nora Bar

La autoridad regulatoria de alimentos y medicamentos de los Estados Unidos (FDA, según sus siglas en inglés) autorizó esta semana el uso de plasma de personas convalecientes para tratar el Covid-19 .

Se trata de la estrategia implementada hace medio siglo por Julio Maiztegui, fundador del instituto de Pergamino que lleva su nombre , para disminuir del 30% al 3% la mortalidad del «mal de los rastrojos», causado por el virus Junín.

También en la Argentina se preparan protocolos para utilizar el plasma rico en anticuerpos de personas convalecientes de Covid-19 para evitar los cuadros graves de la enfermedad. «Estamos trabajando con el Instituto Maiztegui en el protocolo de investigación para empezar a producir suero de pacientes recuperados y tratando de identificar potenciales donantes», comentó a LA NACION ayer Omar Sued, a la salida de la reunión en Olivos con el consejo asesor del Poder Ejecutivo.

 

Brooklyn Hospital Center, uno de los hospitales donde se esta tratando los casos de Covid-19 Fuente: Reuters – Crédito: Andrew Kelly

En principio, no se utilizaría para casos leves o moderados, sino para aquellos que presenten complicaciones graves o riesgo de padecerlas. «Es más efectivo cuanto más temprano se aplique, porque la persona tiene menos ‘títulos’ virales -agrega-. Incluso hay quienes proponen hacerlo como profilaxis, porque en el brote del SARS-CoV-1 tuvo bastante impacto para neutralizar la carga viral y la ‘tormenta de citoquinas’ (una reacción exagerada del sistema inmune)». Según indica el investigador, es necesario que haya un número moderado de anticuerpos neutralizantes, porque si no, al daño que produce el virus en el tejido pulmonar, se le suma el de la gran cantidad de estas proteínas inflamatorias producidas por el sistema inmunológico .

«Hay que testear toda la sangre del donante para que no tenga otros patógenos y determinar la compatibilidad, pero se podría tenerlo listo en las terapias intensivas y bancos de sangre para aquellos que pueden hacer un cuadro grave«, agrega.

Aunque la idea de utilizar suero de convalecientes ya existía, se había aplicado sin el rigor que caracteriza a la ciencia actual. Maiztegui y Patricio Cossio demostraron que, si se trataba a los enfermos de fiebre hemorrágica argentina con plasma de personas ya recuperadas, se reducía la mortalidad al 3%.

«En los años 70 asolaba a la zona maicera una epidemia que generaba muchos muertos y que no tenía ningún tratamiento -cuenta el célebre cardiólogo argentino Pedro Cossio-. Julio Maiztegui, infectólogo de Pergamino, se juntó con mi hermano, Patricio, experto marcador de proteínas por trabajar en enfermedades autoinmunes en Cemic, y llegaron a la conclusión de que podían transfundir ‘plasma de convalecientes’ a los pacientes diagnosticados. Lo hicieron y obtuvieron muy buenos resultados si lo hacían antes del séptimo día de la enfermedad. Desde ese momento, hasta que Maiztegui desarrolló la vacuna, años después, la patología fue controlada con dichas transfusiones«.

Cossio cuenta que, para poder disponer de plasma, se estableció que cada paciente tratado con ese sistema se comprometiera, una vez curado, a donar sangre, se hizo una cadena de donantes convalecientes y se pudo atender bien a los nuevos enfermos.

Por: Nora Bär

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