Por qué San Cayetano es el santo más argentino

A pesar que su origen es italiano, su cuna fue la nobleza, se recibió de abogado en Thiene y su cuerpo está en Nápoles, es en nuestro país donde su culto está más arraigado. Cuál fue el origen de la devoción que pide «Pan y Trabajo y se festeja cada 7 de agosto

Por Gerardo Di Fazio
7 de Agosto de 2020
 
Cualquier argentino -sea o no católico- sabe de la existencia de San Cayetano. Sin serlo, el Santo más argentino. Pero de donde proviene la devoción tan arraigada en nuestro pueblo.. Cayetano (Gaetano, en italiano) nace en Vicenza en el siglo XV. Pertenecía a la familia de los condes de Thiene.

Fue el último de los tres hijos del conde Gásparo di Thiene (un militar que murió en 1492) y de la condesa María Da Porto. 1504, obtuvo el doble doctorado en derecho civil y canónico por la Universidad de Thiene. En 1506, a los 25 años de edad, gracias a las relaciones de sus tíos, tuvo la oportunidad de ser nombrado protonotario apostólico en la corte del papa Julio II, en Roma. Se retiró de la vida cortesana en 1513 y fundó una sociedad de sacerdotes y prelados, llamada el Oratorio del Amor Divino. Fue ordenado sacerdote dos años después (a los 35).

En la navidad de 1517 estando en misa en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma tuvo una visión. en la cual la Virgen le entregaba al niño Jesús en sus brazos. En el año 1524 fundó la orden de los Teatinos (o Clérigos Regulares). La Orden de los Clérigos Regulares fue aprobada por Clemente VII el 24 de junio de 1524 y confirmada definitivamente en 1532. La Orden solo vive de la Providencia, es decir de lo que la gente buenamente le ofrezca para poder vivir, reformar al Clero y ayudar al pueblo.

En Venecia fundó el “Ospedale degli Incurabili”, un hospital para enfermos incurables. Creará el “monte de Piedad” el primer banco de Nápoles, para evitar la usura, con el paso del tiempo se convertirá en la “Banca di Napoli” entre otras obras de piedad y continuará toda una vida ayudando a los más desposeídos y a poner paz en las guerras civiles de Nápoles.

El día de su fallecimiento -7 de agosto de 1747-, Nápoles se pacifica, y el pueblo lo interpreta que fue gracias a sus suplicas de Gaetano al Señor. Sus restos hoy se encuentran en la cripta de la Basílica de San Pablo Maggiore (Vía dei plebiscito y vía San Gregorio Armeno) y sobre su tumba está escrito en latín: “Aquí descansa el que ora insistentemente por su pueblo”.

 

Cualquier hecho fortuito que sale bien es gracias a San Genaro; tan grande es la devoción del pueblo napolitano que el tesoro del Santo es más valioso que el tesoro de la corona de Inglaterra. Tal es así que quien escribe estas líneas, estando en esa ciudad junto a un amigo, Fede, vió como un motociclista cayó de su moto en movimiento tras una mala maniobra, y como no era nada se levantó, tomó su vehículo y siguió camino. El hecho ocurrió justo frente al Duomo de Nápoles, donde se guardan los restos del San Genaro y todos los que estaban viendo el hecho gritaron: “¡Miracolo! ¡Miracolo!” 

Una de las imágenes más antiguas llegadas al país de San Cayetano que se venera en la capilla “del Divino Salvador de la Santa Casa” . Nótese que no posee las espigas.
Una carta dirigida al noveno intendente de Bs. As. Emilio Bunge para la aprobación final de los planos de la nueva capilla -firmada por la Hna. Superiora de la Hijas del Divino Salvador Rda. Madre Juana Palavicini, Eduardo Lualdi Arq. Constructor y el Sr. Esteban Massini, Pte. de la Comisión Pro-Templo- dan testimonio de esta carencia de lugar de culto cercano al nuevo emplazamiento.

En la misma se lee: “… sirva ubicar en el paraje denominado ‘Estación Liniers’, límite de la Capital, a una cuadra del Ferrocarril y sobre el Boulevard de circunvalación, la manzana propiedad de la Casa de Ejercicios para la construcción de un templo dedicado al titular San Cayetano según los planos y pliegos de condiciones que se acompaña a la presente y señalar la calle según la nueva traza para proyectar un plano del edificio que se construirá en dicha manzana para escuela de niñas, Casa de Ejercicios y Convento de las hermanas del Divino Salvador”.

Se inaugura el templo en un espacio largo y amplio que daba a la calle Cuzco, entre el convento, el colegio y la residencia. Originalmente era de una sola nave, dejando a ambos lados un lugar para una futura edificación de dos naves. La primera piedra del templo actual fue colocada el 16 de agosto de 1892. La iglesia se construyó por suscripción popular con especial contribución del Sr. Esteban Massini (pte. De la comisión Pro-Templo) y del arzobispo Mons. Espinosa, que la bendijo solemnemente el 12 de enero de 1902.

En 1913, la capilla será declarada parroquia “hasta que se construyera un nuevo templo en honor a San Cayetano” así reza el contrato de sesión entre la Congregación de las Hijas del Divino Salvador y el Arzobispado de Buenos Aires. El nuevo templo se construyó en Belgrano, y el templo de Liniers no solo siguió siendo parroquia sino que fue declarado Santuario.

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El tiempo va a transcurrir y llega la fatal década del año 1930. La región del actual barrio de Liniers de quintas y casas vacacionales… no escapará a la crisis. Y aparece en escena el Santo de la Providencia. El propulsor de la devoción de San Cayetano fue el Padre Domingo Falgioni, párroco desde 1928 a 1938.

Hay, también, un relato popular que narra el hecho milagroso de una lluvia que fue solicitada al Santo por la sequía que asolaba esa región. Luego de una rogativa a San Cayetano, llovió y volvió a crecer el trigo… y de allí las espigas. Cualquiera de las dos versiones pueden ser válidas, pero el hecho es que en la Argentina, San Cayetano lleva espigas y es el único lugar en el mundo que las posee.

Los fieles siguen yendo “in crescendo” a San Cayetano, ya convertido de “patrono de la Providencia” en “Patrono del pan y del Trabajo”. Gracias a la cantidad de gente que concurría, el barrio comenzó a poblarse, se crearon comercios y casa de comidas, y esto hizo prosperar a la zona.

Pasarán los años, el P. Rodríguez Melgarejo (el cual luego será obispo auxiliar de Bs. As. y luego Obispo de la Diócesis de San Martin) encarnará la reforma del Concilio Vaticano II, y creará la famosa editorial “Pan y Trabajo”. Se ofrecerá un cambio de las promesas de velas y flores del pueblo por alimentos no perecederos y ropa para enviarlos a las provincias. Se instituyó también el Servicio Social: bolsa de trabajo, farmacia, atención a familias necesitadas y madres solteras.

Llegaron los años de la sangrienta dictadura militar, el trabajo escaseaba y las persecuciones del gobierno eran terribles. El silencio era salud. El Santo se convirtió una vez más en quien “intercedía por el pueblo” y “Gritaba contra las injusticias”.

Las filas del 7 de agosto eran de más de 4 kilómetros de gente. Allí, los militares no podían intervenir para no molestar a la Jerarquía Católica. El pueblo podía expresarse con libertad. Esas filas fueron uno de los lugares en los cuales las Madres de Plaza de Mayo gritaban por la aparición con vida de sus hijos.

Fue el tiempo cuando se produjo la gran manifestación política-religiosa llamada “Pan, paz y Trabajo” que organizó la CGT (Confederación General del Trabajo) el 7 de noviembre de 1981, celebrándose una Misa en el campito detrás de la Iglesia, especial para los peregrinos obreros. 

No obstante, si bien no podían entrar al templo o intervenir en las filas, “cientos de agentes policiales, masculinos y femeninos, uniformados y de civil, acompañados por oficiales y oficiales superiores realizaban una severa vigilancia en un radio de diez cuadras, aproximadamente en torno de la iglesia. Del operativo “participó personal de comisarías, cuerpo de Guardia de Infantería y Servicio General de la Policía Federal, con apoyo de helicópteros, que sobrevolaron la zona permanentemente.

También establecieron controles en todos los accesos a la capital, desde la localidad de San Martín y hasta San Justo” (La Prensa, 8/11/1981). Según distintas fuentes, concurrieron entre 20.000 y 50.000 personas. Apenas concluyó la misa, un millar de manifestantes se reagrupó en el exterior del edificio cantando “se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar…”

Los años siguieron pasando, “San Cayetano” seguía escuchando a sus fieles desde su casa de Liniers, pero la devoción ya se extendía por toda la república y por el Paraguay, donde lo llaman “San Cayé”. Cayó la dictadura, pero la economía seguía sin despegar y en el año 1984, coincidiendo con los 500 años de su muerte (1574–1984) fue la primera vez que el “Santito” salió de su iglesia. No era raro ver en el Santuario, por esa época, a Saúl Ubaldini, recordado secretario Gral. de la CGT. La segunda salida fue al Mercado Central, para la misa de los Obreros, oficiada por en entonces Papa San Juan Pablo II.

Entre los años 1980 y 1990 se funda “La Casa del Santuario’, destinada, entre otras actividades, a la bolsa de trabajo, atención de los pobres por profesionales sociales, jardín maternal, albergue temporario de familias indigentes, madres solteras, proporcionar ayuda y promoción a los necesitados. En el servicio Social se añadió un centro de Alcohólicos Anónimos y grupos diversos de autoayuda.

Como vemos, San Cayetano siguió cumpliendo la misión que realizaba en Nápoles: ayudar a los pobres, socorrer a los necesitados y prestar ayuda a los perseguidos. Hoy sus capillas y templos se replican por todo Argentina y Paraguay, y es considerado el patrono del “pan y del trabajo” por licencia especial de la Santa Sede. Desde la lejana Nápoles, donde descansan sus restos, San Cayetano (San Gaetano) sigue acompañando a su pueblo…