Desconfianza, dudas y tensión en la nueva etapa de UNEN

Morales volvió a pedir una interna amplia y reactualizó el debate por Macri; con la UCR y los socialistas al frente, el espacio se reúne el miércoles para redefinir roles

Por Lucrecia Bullrich  | LA NACION

En medio de tensiones indisimuladas, incógnitas lejos de encontrar respuesta y demasiados temas pendientes. Así encara el Frente Amplio-UNEN la nueva etapa de su corta vida después de la semana en la que intentó, sin éxito, sepultar el debate por una alianza con Mauricio Macri y que selló el fin de la sociedad con Elisa Carrió.

El panorama es complicado. Si alguna duda quedaba de que la cumbre de San Fernando sólo pateó hacia adelante la resolución del «dilema Macri», la vigencia del debate quedó muy clara en las últimas horas, a través de uno de sus protagonistas.

«La oposición tendría que ir a unas PASO con Mauricio Macri y Sergio Massa, con todos los partidos de UNEN, sin mezclarnos y sin generar un rejunte de gobierno. Cada uno con su fórmula y programa. Que el que gane gobierne», aseguró Gerardo Morales en declaraciones radiales. «Falta tiempo, pero en los próximos tres o cuatro meses tenemos que dialogar con Massa y con Macri, debemos dar señales claras», completó.

El senador y candidato a gobernador de Jujuy volvió a poner, así, sobre la mesa su propuesta de interna amplia, con Massa y Macri incluidos. Exactamente la misma con la que hizo estallar la interna pocas horas antes de la cumbre de San Fernando y que el documento consensuado ese día intentó acallar, aunque también la planteó ante sus correligionarios.

Morales no hizo más que exponer en público lo que todos en la UCR, con más o menos brillo en los ojos, admiten por lo bajo: que la decisión de «respaldar una fórmula presidencial encabezada por la UCR» apuntó a evitar una nueva ruptura del partido y a ganar tiempo antes de decidir el rumbo definitivo. El lunes ganó el «que se doble, pero que no se rompa». Al revés de la lógica de Alem.

Además, las palabras de Morales dejaron en evidencia que, en contra de lo que quisieron creer algunos, sobre todo los socialistas, la presión para ampliar UNEN no se fue con Carrió, sino que excede a la jefa de la Coalición Cívica por mucho y está bien latente de la mano de los propios radicales.

Por su parte, y tal como hizo toda la semana que pasó, Ernesto Sanz esquivó la polémica con una nueva defensa de los acuerdos provinciales con Pro y el Frente Renovador. «En la medida en que no contaminen nuestro espacio nacional, están habilitados para hacerlo y lo están haciendo», dijo sobre los candidatos a gobernador que están negociando apoyos de Macri y Massa en sus provincias. Ayer se sumó a la lista el formoseño Luis Naidenoff, senador y hombre de Sanz.

Envueltos en ese clima de incertidumbre, los principales referentes del FAU (podrían sumarse los candidatos a presidente) volverán a verse el miércoles. Será el primer encuentro de los ocho partidos que integran el frente desde el cónclave radical y la estrepitosa salida de Carrió. Será, también, el ámbito en el que la UCR y el partido socialista empezarán a concretar el «golpe de timón» que acordaron el martes último. Ese día, sin consultar a sus socios, decidieron que el FAU, en el que todos los partidos «valen» lo mismo, debe ser historia y que a ellos les corresponde un peso mayor en la toma de decisiones. Prevén replantear la conformación de la mesa nacional, que hasta hoy integran dos representantes por partido.

Además pretenden acelerar la confección del programa de gobierno, que quieren presentar en un «gran acto» el 17 de diciembre.

Más allá de la interna del FAU, el foco estará fijo en la UCR. Después de haber conseguido que en el mitin de San Fernando no prosperaran los pedidos de renuncia a la presidencia del partido, Sanz enfrenta un escenario difícil. De hecho, no son pocos los radicales que, en estricto off, afirman que el freno a los pedidos para desplazar a Sanz formó parte de un acuerdo entre el senador y Julio Cobos. «Fijate que se fueron los dos contentos. Julio, con el no a Macri, que es precario pero le sirve mucho, y Ernesto, con que no tuvo que poner la cabeza y ganó tiempo», sintetizó ante LA NACION uno de ellos.

Para completar el cuadro, todavía está fresco el enojo de los radicales, muchos cercanos a Sanz, por la «tibieza» con la que defendió a los hombres del partido alcanzados por la ametralladora de Carrió..