A 57 años del derrocamiento de Arturo Umberto Illia, un grande de la historia argentina

 Se cumplen 57 años del derrocamiento, mediante un golpe militar asesorado por civiles, del único presidente médico de la República Argentina, Don Arturo Illia.

Fue el presidente que más presupuesto le designó a la educación, el 23 % y el único de la historia argentina que no aceptó su jubilación presidencial de privilegio. Además, fue el de menos patrimonio, solamente una humilde casa en la localidad de Cruz del Eje, Córdoba, donde ejerció gran parte de su vida su profesión y terminó los últimos años de su vida atendiendo la panadería de un amigo.

El gobierno de Illia duró menos de mil días. Fueron alrededor de dos años y medio de un gobierno ejemplar, austero y ninguno de sus funcionarios fue rozado, siquiera, por una denuncia de corrupción. Encontró un país estafado; un sindicalismo rencoroso, grupos financieros que lo veían como un enemigo potencial y un ejército que aspiraba, una vez más, a la conducción del país.

Con un estilo austero, sin espectacularidades, en poco tiempo recuperó la economía obteniendo los más altos índices de crecimiento del producto bruto; otorgó el 23% del presupuesto para educación, las universidades alcanzaron prestigio internacional y tuvo vigencia total la Reforma Universitaria. 

En el campo internacional no permitió el envío de tropas argentinas a Santo Domingo, contrariando el pedido del gobierno de los EEUU. Consiguió en las Naciones Unidas que el tema de la soberanía de las Islas Malvinas fuese puesto en igualdad de condiciones con Gran Bretaña. En plena Guerra Fría tuvo un importante intercambio comercial con países situados detrás de la «Cortina de Hierro».

Restauró la democracia sin proscripciones, permitiendo al peronismo participar en igualdad de condiciones después del derrocamiento de 1955; gobernó sin estado de sitio y sin presos políticos. 

En el aspecto laboral se sancionó la Ley del Salario Mínimo, vital y móvil y los trabajadores alcanzaron un crecimiento del salario real sin precedentes.

La Ley de Medicamentos reglamentó y ordenó el mercado de ese importante bien social, el cual se encontraba distorsionado por grupos extranjeros en su comercialización y en su venta al público. Su estilo de gobernar al país fue contrario a las espectacularidades y vanaglorias.

Jamás utilizó los encandilamientos de la propaganda o las manipulaciones de la acción psicológica. Por el contrario, las acciones psicológicas y de propaganda las recibió en contra. Se lo  hizo lo  aparecer como una tortuga y que por ello debía ser reemplazado en la primera magistratura, hecho que lamentablemente se consumó el aciago día 28 de junio de 1966.

FUENTE: Los Andes y LVP