Unas seiscientas personas se dieron cita en la Plaza Ruiz de Arellano ante la convocatoria para rendir homenaje al fiscal Alberto Nisman, fallecido en circunstancias dudosas, y reclamando por justicia e independencia judicial.
Pese a la lluvia que caía hacia las 18, la gente fue llegando en foma masiva concentrándose frente a la Parroquia San Antonio de Padua que, a esa hora, lanzó campanas al viento como adhiriendo al homenaje.
Cuando la concurrencia había llegado a su mayor número y ante la lluvia que volvía a caer aunque tenuemente, se puso en marcha la caravana que dio una vuelta alrededor de la plaza, deteniéndose ante la muda Intendencia para continuar hasta llegar nuevamente a la iglesia.
Allí se produjo un minuto de silencio total, coronado con un prolongado aplauso y la entonación del Himno Nacional.
Nuevamente las campanas de la Parroquia acompañaron a los vecinos agrupados y así, tras cuarenta y cinco minutos, se fue produciendo la ordenada desconcentración hacia domicilios o cobijándose alrededor de nutridas mesas en los bares del sector.
Sin ninguna identificación de tipo alguno, en silencio, con la participación de algunos dirigentes políticos- obviamente nadie del oficialismo-, y de familias con niños y mucha presencia femenina se rindió el homenaje programado con una concurrencia interesante si tenemos en cuenta las condiciones climáticas.