El kirchnerismo prepara una movilización para el 1° de marzo

Las agrupaciones militantes del oficialismo organizan una demostración de fuerza, opuesta al 18-F, para la apertura de sesiones ordinarias del Congreso

Por Gabriel Sued  | LA NACION

Faltan detalles menores, como la consigna y la hora. Pero lo central está definido: la militancia kirchnerista completa se va a movilizar el 1° de marzo frente al Congreso, para abrazar a Cristina Kirchner en su último discurso ante la Asamblea Legislativa.

«Hay que mover todo», fue la instrucción que bajó de la Casa Rosada a las principales agrupaciones de militancia, según confirmó a LA NACION el jefe de una de las organizaciones. Diez días después de la Marcha del Silencio del 18-F, la movilización intentará ser una demostración de fuerza y la recuperación simbólica de la calle. La idea es sostener y dotar de capital político a Cristina, de cara a la transición presidencial.

La lectura coincidente en el Gobierno es que se desarrolla «la batalla final contra las corporaciones» que quieren condicionar a la Presidenta, y a través de ella, a la democracia, un mensaje en línea con el texto que ayer difundió Cristina Kirchner (ver página 8).

En esa clave leen las últimas medidas de jueces y fiscales contra funcionarios. Con ese código descifran la tensión creciente con los Estados Unidos y con la Corte Suprema, a la que consideran cómplice de la ofensiva de un sector de la Justicia. «Hay que plantarse. Demostrarles que no nos van a condicionar», explicó a LA NACION un dirigente que organiza el acto frente al Congreso.

Los jefes de las principales agrupaciones de militancia kirchnerista insisten en que no se la rotule la movilización como una «contramarcha». Por lo menos en la previa, evitan plantearlo como una batalla numérica. Pero los contrastes con el 18-F quedarán a la vista y completarán el sentido de los dos actos. En el «1-M», como ya lo llaman algunos dirigentes kirchneristas, la mayoría irá en grupo y con identificación partidaria. No primará el silencio, sino el ruido. Todos ratificarán la conducción política de la Presidenta, a quien sueñan como la gran electora de los comicios presidenciales.

Ese liderazgo, sostienen, distingue cualitativamente a las movilizaciones kirchneristas de las opositoras al Gobierno. «En el 18-F había seis candidatos a presidente. Ninguno lo va a capitalizar políticamente», explicó a LA NACION el jefe de una agrupación muy cercana a La Cámpora. «Ninguno de los que fueron a esa marcha votó alguna vez a Cristina. Es la consolidación de una base social contraria al Gobierno, de clase media y alta, que se circunscribe a las grandes ciudades», analizó el líder de otra organización.

La movilización militante al Congreso, destacan los que evitan hablar de «contramarcha», se hace todos los 1° de marzo, es una tradición del kirchnerismo. Pero esta vez, reconocen, tendrá un significado especial: es el acto institucional que marcará el inicio del último tramo de los 12 años de gobierno kirchnerista. «El hecho político no va a ser la manifestación, por masiva que sea, sino lo que diga Cristina dentro del Congreso», explicó otro de los organizadores.

Aunque las características de la marcha todavía no terminaron de definirse, entre la militancia de base se venía promoviendo la convocatoria desde días antes del 18-F. «1-M. Todos con Cristina. La democracia no se imputa», dice el afiche virtual difundido por Twitter del Frente para la Victoria de Vicente López, en alusión a la imputación del fiscal Gerardo Pollicita contra la Presidenta.

La concentración del 1° de marzo estará precedida por otros dos actos militantes que exponen las particularidades de la agenda del oficialismo, dividida entre la gestión, la campaña y la batalla contra lo que llaman los «poderes fácticos». Mañana la cita es en Berazategui, donde Cristina Kirchner encabezará la inauguración del nuevo edificio municipal, junto con el intendente Patricio Mussi, precandidato a gobernador.

El viernes un sector del kirchnerismo marchará a la embajada de Estados Unidos con la consigna «Ningún Braden más. Cristina es Patria». La frase, parte de una campaña de grafitis acordada entre todas las agrupaciones de militancia, quedó estampada en miles de paredones del país. Promovida por el Movimiento Evita, la movilización a la embajada no es una iniciativa del núcleo de organizaciones más cercanas a la Presidenta. La Cámpora ya avisó que no va. Lo mismo hicieron Nuevo Encuentro y el Frente Transversal. Sí se sumaron, en cambio, la JP Descamisados, la Tupac Amaru y Kolina.

En el Movimiento Evita explican que es hora de hacer visible el enfrentamiento con el gobierno de Estados Unidos. «Cada tanto surge la contradicción principal, la lucha contra el imperialismo. Hace un tiempo eran los buitres y ahora el caso Nisman», dijo a LA NACION uno de los impulsores de la marcha. El dirigente se mostró entusiasmado con el último discurso de Cristina, en Zárate. En especial, con el tramo en el que dijo que pidió que el próximo presidente «tenga las mismas ideas». «Eso es una señal de que va a jugar electoralmente», analizó el dirigen