Pedido de publicación. La privatización del Radicalismo‏

El domingo me desperté con la sorpresa del triunfo de la posición de Sanz en la Convención Radical, que formaliza la alianza del radicalismo con el PRO de Mauricio Macri.
Realmente fue sorpresivo, porque estaba seguro que ello no sucedería, que primaría la historia y convicciones del centenario Partido.
Me genera tristeza, porque soy de los que creen profundamente en la inmensa relevancia que tienen en la vida institucional argentina los Partidos Políticos.
Si hubo un avance fuerte con la reforma constitucional del 94, fue haberle dado un rango y reconocimiento especial a ese instrumento de la democracia y participación.
Y ver que en los últimos tiempos, lejos de buscar reconstruirse y renovarse sin perder los valores republicanos, socialistas, progresistas y humanistas que hicieron de la UCR un Partido reconocido en el mundo, las autoridades partidarias radicales han transformado esa institución en una PYME que deja a un costado sus convicciones para buscar coyunturas supuestamente exitosas que garanticen la supervivencia de sus dirigentes.
En qué quedó la gesta revolucionaria, cívica y transformadora de Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín?
Y no es que se utilizó la estrategia de acordar con quien garantice un resultado elegante en la elección en algún momento delicado de los últimos tiempos, sino que se ha instalado como un sistema que se va, tristemente, consolidando comicio tras comicio.
Pertenezco a una generación política que, junto a millones de jóvenes, hemos vuelto a participar y creer en esta actividad como herramienta central de transformación, apoyada en la fortaleza de las convicciones, las ideas y las decisiones.
El radicalismo siempre ha sido un faro para los argentinos en este sentido, demostrando que a pesar de éxitos y fracasos siempre debe anteponerse la coherencia y línea ideológica.
Lejos de apostar a un espacio progresista, este acuerdo con el PRO sólo busca construir una alternativa conservadora y de ultraderecha, que nos hace recordar los peores momentos de la Argentina en que se intentaron estos rejuntes sin programa ni propuestas y mucho reparto de cargos. Ya sabemos cómo hemos terminado cuando fueron gobierno.

Deseo profundamente que los militantes radicales que rechazan este entuerto, que no son pocos, por cierto, tripliquen sus esfuerzos en pos de recuperar las banderas históricas del centenario Partido.

 

Francisco Durañona

Presidente del Partido Justicialista SADA