Lo peor del fútbol en la Bombonera: una noche en la que la violencia afloró por todos lados

Por Alejo Vetere | canchallena.com

 

 
Desconcierto y charlas cruzadas.  Foto: LA NACION  / Fabián Marelli

Fue grotesco todo. Desde que se conoció que los futbolistas de River estaban en el túnel, sufriendo con el gas pimienta en sus rostros, todo fue un papelón. El fútbol argentino dio otra muestra de que no puede consigo mismo. Algunos hinchas mostraron nuevamente una inadaptada devoción en festejar hechos violentos y aparatados del reglamento. Los futbolistas de Boca alzaron la bandera de la hipocresía y deslealtad. Los directivos mostraron en vivo y en directo su ineptitud y, finalmente, el fútbol quedó como una excusa para que todos los actores que lo componen exhiban sus miserias.

Foto: LA NACION  / Fabián Marelli

Desde el alambrado, le arrojaron gas pimienta a los jugadores de River que salían a jugar el segundo tiempo. El partido iba 0 a 0. A partir de allí, todo fue un sinsentido y comenzaron a aflorar los rencores. Algunos futbolistas de River apenas podían mantener la mirada y tenían la piel dañada por el gas. En medio del caos, lo primero que hizo la gente de Boca fue preocuparse por comenzar a jugar el segundo tiempo. «Es una locura, es gas pimienta, parece que estamos en la dictadura», soltó a los gritos un descontrolado Gallardo . Desfilaron directivos de la Conmebol, agentes de seguridad y dirigentes de ambos clubes. Todos demostrando una alarmante improvisación.

Pese a lo bochornoso, la veedor de la Conmebol, Roger Bello, hablaba con el árbitro Darío Hererra. Querían jugar el partido, aun con jugadores de River que se lanzaban agua en la cara para recuperarse. Más triste aún: el directivo y el árbitro se tapaban la boca para coordinar cómo salir bien parados de esta situación. Mientras, los futbolistas de Boca se apostaron en su campo cada uno en su posición táctica, en señal de que estaban dispuestos a jugar. La hinchada de Boca celebró semejante acto de cobardía. En eso, apareció un dron con un fantasma de la B, como para hacer aún más drástica toda la escena. La hinchada, ajena a la seriedad de todo lo que estaba pasando, explotó en un cántico.

Foto: Reuters 

Pero no todo quedó ahí: una vez suspendido el partido, comenzó otra disputa. Boca no quería abandonar el campo de juego hasta que River no se marchara primero. River quiso ir hacia el túnel y fue agredido por un grupo de hinchas, que lanzaron botellas y distintos objetos. Hubo más miseria: el plantel xeneize nunca se acercó a solidarizarse con la gente de River. Como el agua y el aceite, cada uno de su lado. Pasaron casi dos horas de negociaciones, con la gente de River rehén de los violentos y los jugadores de Boca mirando en silencio, ajenos a todo. Ningún directivo fue capaz de destrabar semejante locura. Un papelón por donde se lo mire.

Finalmente, dos horas después de haber recibido gas pimienta, los futbolistas de River entraron al túnel rumbo al vestuario escoltados por escudos policiales. Ahí sí, los jugadores xeneizes abandonaron su penosa y pasiva actitud. Pero faltaba el broche de oro: impulsados por Agustín Orion, miraron al sector de la platea y luego hacia donde está La Doce: levantaron los brazos, en señal de agradecimiento y le ofrendaron su gratitud a la hinchada.