El senador nacional y candidato a gobernador de Entre Ríos reiteró sus críticas al Gobierno en una entrevista con Infobae. Además, lloró cuando recordó una «prueba» que le puso la vida en el camino y respondió sobre el acercamiento de Buzzi a Scioli
Alfredo de Angeli tiene un amuleto que lo acompaña a todos lados. Es un crucifijo dorado que guarda en el bolsillo derecho de su pantalón. Se lo regalaron hace un par de años y él le adjudica un milagro: haberle salvado la vida en 2008 cuando se accidentó el avión que lo transportaba. «¿Sabés cómo me aferré a esta cuando empezamos a caer?», contó con la cruz en la mano antes de que se encendieran las cámaras de Infobae para grabar una nueva entrevista para el ciclo Café Político.
Está separado, tiene tres hijos y nueve hermanos. Su nombre llegó a la tapa de los diarios hace siete años, cuando explotó el conflicto entre el Gobierno y el campo en las rutas por la resolución 125. Hoy su realidad es muy distinta. Cambió las botas por los zapatos y divide sus horas entre la Ciudad de Buenos Aires, donde cumple su mandato como senador nacional, y Entre Ríos, la provincia que aspira a gobernar de la mano deMauricio Macri a partir del 10 de diciembre. Lo que no se modificó es su mirada crítica sobre el kirchnerismo.
– Si usted tuviera que hacer una radiografía del país, ¿qué observa?
Estamos igual o peor que en el 2001 cuando uno observa la desocupación y el gran endeudamiento que tiene el sector productivo. No tienen posibilidades de que un banco les otorgue financiación. Estamos en el comienzo de la época de la siembra y muchos productores no lo van a poder hacer.
– Pero en el 2011 Cristina Kirchner ganó con el respaldo de varios sectores rurales.
El sector agropecuario venía con precios internacionales muy buenos. Muchos aprovecharon y se puso en marcha la construcción, la metalmecánica… Todo lo que depende del sector agropecuario tuvo un veranito que tendríamos que haber resguardado y no se resguardó. Y hoy vemos mucha gente desocupada que no va a votar al Gobierno.
Dos días antes de que se grabase la entrevista, Eduardo Buzzi, ex presidente de la Federación Agraria, participó en un acto de campaña del candidato presidencial del oficialismo, Daniel Scioli. Cuando le preguntan a De Ángeli por la foto, responde con ironía. Nunca hubo sintonía fina entre ambos dirigentes rurales pese a que compartieron los meses agitados de protesta de 2008.
–¿Qué siente cuando lo ve a Buzzi en un acto de campaña del Gobierno?
–No me sorprende porque lo conozco a Eduardo. Yo pensé que iba a sacar más votos en Santa Fe, pero sacó pocos (Buzzi fue precandidato a gobernador en Santa Fe por el massismo y perdió la interna).
–¿No se sintió traicionado?
–Eduardo siempre fue de estar con uno y después con otro. Es la personalidad de él y hay que respetarla. No me sorprende. Cuando lo vi, me reí mucho. Es una más de Eduardo.
De Angeli es un personaje simpático, dicharachero. Tiene la facilidad de pasar de la carcajada al llanto en la misma frase. Eso le sucede por ejemplo cuando lo consultan sobre las dificultades económicas que atravesó durante los 90. Un banco estuvo a punto de rematarle la casa pero el destino -según dice- lo puso a prueba.
«Un día encontré un maletín lleno de dinero que se le había caído a un empresario y lo devolví. Yo debía 30 mil dólares en el Banco Nación, me estaban por rematar la casa, y en el maletín había 50 mil. Me agradecieron el gesto en el diario y me llamó el gerente del Banco y me dijo: ‘Gringo, mientras yo esté acá, a vos no te vamos a rematar nunca la casa'», recordó con lágrimas en los ojos.
–¿Y qué siente cuando dicen que los representantes del campo defienden a la oligarquía?
–¿Ustedes saben qué son los oligarcas? Son los amigos del poder, como pasa ahora. Hoy están los oligarcas, los que hacen negocios. Este es un gobierno de oligarcas. Hacen negocios los amigos del Gobierno.
–¿Macri no es oligarca como dice el kirchnerismo?
–¿Ha hecho negocios?
–En los 90 hizo muchos negocios.
–Yo estoy en un cambio por los enterrianos y Mauricio Macri ha demostrado en la salud, la educación y la seguridad cambios. Yo ahora quiero hacer eso en la provincia de Entre Ríos, donde la gente que vive en el campo no es oligarca. Hoy hay chicos que pierden el año en el colegio porque los maestros no tienen rutas para ir a la escuela o parturientas que tienen que salir de urgencia arriba de un tractor porque el hospital del pueblo está cerrado.
La madrugada del 17 de julio de 2008 el entonces vicepresidente Julio Cobos pasó a la historia por votar en contra de un proyecto que había impulsado su propio Gobierno: retenciones móviles para las exportaciones del campo. Aquel «no positivo» puso fin a un conflicto muy intenso que había puesto por primera vez al kirchnerismo contra las cuerdas.
–¿Qué hubiera pasado si Cobos votaba de otra manera?
–¡Qué se yo! Había tanta bronca. Nadie puede saber. Yo creo que lo de Cobos fue pacificar el país pese a que no nos dieron una solución. Lo más importante es que se debatió en el ámbito que se debía: el Congreso de la Nación.
–¿Alguna vez se reunió con la Presidente durante los meses de conflicto?
–No, yo era tropero. Quienes se reunían con los funcionarios eran los presidentes de las entidades. En marzo de ese año vino a inaugurar el ciclo lectivo a Entre Ríos y le entregué en mano un petitorio por todo lo que estábamos pasando en el campo. A los dos o tres días estábamos enfrentados por la 125.
–¿No hay una autocrítica del campo sobre cómo se manejó en aquel conflicto? Se exarcebó demasiado.
–La Mesa de Enlace dice que el conflicto estaba arreglado. Había un acuerdo. Pero cuando lo fueron a firmar Alberto Fernández, que era el mediador, dijo que el problema era político.
–¿Néstor Kirchner agitó el conflicto?
–Y sí, más cuando nos salía a maltratar y nos trataba de oligarcas. ¡Teníamos los dedos como salamines los gringos y nos trataban de oligarcas y golpistas!
–¿Cómo lo recuerda a Néstor Kirchner?
–Yo estuve cinco o seis veces con él. Era un hombre político. Te ninguneaba. Una vez se confundió de mellizo y lo abrazó a mi hermano Atilio. Cada vez que él llegaba a Entre Ríos, nos reuníamos. Y él ya me conocía; me veía y se tapaba la cara. Yo lo conocí en febrero de 2003, antes de que fuera Presidente. Y yo creo que nunca entendió la diferencia entre un pequeño y un mediano productor. Para él era todo lo mismo.