9 de julio de 2016: una celebración plena de júbilo patriótico 9 de julio de 2016: una celebración plena de júbilo patriótico. Por Eduardo Clancy

2ª de tres notas

Sorprenden por su audacia las decisiones del Congreso de Tucumán, en un contexto totalmente adverso. Las antiguas provincias del Virreinato del Río de la Plata se resistían en soledad , desafiando al renovado poder de España y al expansionismo oportunista de Portugal.

El Papa Pío VII  había bendecido las acciones represivas de los realistas  en su “Encíclica Legitimista”, quitándoles a las revoluciones americanas el apoyo de la Iglesia y desautorizando a  los muchos sacerdotes que se unieron a la causa de la Independencia.

La derrota de las fuerzas patriotas bajo Rondeau en la segunda batalla de Sipe-Sipe el 29 de noviembre de 1815 significó la pérdida de las provincias del Alto Perú y la amenaza de una invasion de las fuerzas españolas desde el noroeste. En retirada el Ejército del Norte, Martín

////                                                                                                                                                                     Miguel de Güemes y sus bravos gauchos salteños quedaron como los únicos encargados de sostener la frontera de 700 km. de longitud con sus tácticas de guerrilla y de tierra arrasada.        Su hermana María Magdalena “ Macacha” Güemes, una mujer de gran valentía, fue su incondicional compañera en los duros 6 años de “guerra gaucha”.

Cortado el acceso al Alto Perú, se cortaba el acceso a la plata de Potosí y a una fuente de riquezas esenciales para la endeble economía de guerra de las Provincias Unidas.

El resto del antiguo Virreinato del Río de la Plata estaba en un estado de disgregación, con el Paraguay declarándose independiente en 1813, pero aislado de sus provincias hermanas por José Gaspar Rodríguez de Francia, proclamado dictador por casi treinta años.

Las Misiones, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fé y la Banda Oriental, bajo la influencia de José Gervasio de Artigas estaban en un estado de guerra contra el centralismo porteño y no participaron del Congreso de Tucumán. Córdoba, que había participado del “Congreso de los Pueblos Libres” de Concepción del Uruguay , convocado por Artigas en 1815, envió a Tucumán una delegación raquítica.

La Banda Oriental sería invadida en 1817 por el Imperio Portugués, con el asesoramiento militar de nuestro viejo conocido el general  William Carr Beresford, que en 1806 había jurado ante su vencedor Santiago de Liniers nunca más volver a estas tierras.

La invasión tuvo el beneplácito de los políticos porteños, en particular el Director Supremo Gervasio Posadas ( tío de Carlos María de Alvear), quien el 11 de febrero de 1814 declaró a Artigas “ infame, privado de su empleo, fuera de la ley y enemigo de la Patria”.

La asamblea del año XIII  había rechazado las credenciales de la delegación oriental alegando falsamente  errores de representatividad y Manuel de Sarratea, reemplazado por Rondeau en el sitio de Montevideo lo había declarado “ traidor a la Patria”, perdonando e indultando a quienes lo eliminaran.

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La Declaración de la Independencia fue difundida por todas las provincias y hubo un total consenso en sacudir oficialmente el dominio español. Luego se agregaría “ el de todo dominio extranjero”, a pesar de que hubo lamentables negociaciones  del gobierno de las Provincias Unidas con potencias extranjeras hasta 1820, comprometiendo la independencia e integridad del territorio.

El Congreso sesionando en Buenos Aires celebró un acuerdo secreto el 12 de noviembre de 1818 con la monarquía francesa para instalar a Carlos Luis de Borbón, Príncipe De Lucca como Soberano de estas tierras, pasando las mismas a depender del Ducado de Parma.

Mientras tanto, San Martín había emprendido en 1817 su ciclópea y genial tarea de cruzar los Andes , liberar a Chile y asestar un golpe mortal al baluarte principal del poder español : el Virreinato del Perú. En esa tarea se sintió huérfano de apoyo por parte del Gobierno de las Provincias a partir de la renuncia de Pueyrredón como Director Supremo en 1819 y su reemplazo por Rondeau.

El 2 de abril de 1820 en Rancagua, sus oficiales rechazaron su renuncia a la jefatura del Ejército Libertador : la causa de la Revolución se había transformado en la causa americana y el ejército y su jefe estaban más allá de las luchas internas que destruían al país.

En los años veinte, caído el gobierno central,los caudillos sumieron a las provincias en un estado de guerra civil, dando la espalda a la lucha por la independencia y abandonando a Artigas que enfrentaba en soledad  la invasión luso-brasileña a la Banda Oriental. Mucho se ha escrito sobre los caudillos, y muchos historiadores han ensalzado sus andanzas en esta época turbulenta.

Pero la mejor prueba del desprecio que sentían estos autócratas ambiciosos por la causa superior de nuestra  emancipación,  es la declaración de la independencia de la “República Federal de Entre Ríos” gobernada por el “Jefe Supremo” Francisco Ramírez el 29 de septiembre de 1820 y de la “República de Tucumán” gobernada por el “Presidente Supremo” Bernabé Aráoz el 3 de marzo de

1820. Este último se había adjudicado un sueldo de cuatro mil pesos fuertes, igual a un quinto del presupuesto provincial.                                                                                                                                   José Gervasio de Artigas sería derrotado por su antiguo aliado, el traidor Francisco Ramírez  con el decisivo apoyo de la artillería porteña comandada por Lucio Mansilla. Obligado a abandonar la lucha por la independencia de la Banda Oriental en 1820,

Artigas tuvo que exilarse en el Paraguay, donde falleció después de treinta años de destierro. Ramírez no disfrutaría por mucho tiempo de aquel triunfo, porque en julio de 1821 sería vencido y muerto por los caudillos López y Bustos ,aliados por conveniencia a las fuerzas porteñas de Aráoz de Lamadrid y Martín Rodríguez.

Arq. Eduardo Clancy

Presidente de la Junta de Estudios Históricos

San Antonio de Areco