Chiste de fin de semana: Una Confesión Inesperada

 

En el confesionario de una iglesia se acerca una mujer diciendo:

– “Padre, perdóneme porque he pecado.”
– “Dime, hija, ¿cuáles son tus pecados?” respondió el sacerdote de turno.
– “Padre, el demonio de la tentación se apoderó de mí, pobre pecadora.”
– “¿Cómo es eso, hija?” preguntó sorprendido.
– “Es que cuando hablo con un hombre tengo sensaciones en el cuerpo que no sé cómo describirlas…”
– “Hija, por favor, que también soy un hombre…”
– “Sí, padre, por eso vine a confesarme con usted…” dijo la mujer afligida.
– “Bueno hija, ¿y cómo son esas sensaciones?”

– “No sé cómo explicarlas, por ejemplo, ahora mi cuerpo se rebela a estar de rodillas y necesito ponerme más cómoda.”

– “¿En serio?” preguntó el sacerdote sorprendido.
– “Sí, quiero relajarme y quedarme tendida…”
– “Pero hija, ¿tendida cómo?”
– “De espaldas al piso, hasta que se me pase la tensión…”
– “¿Y qué más?”
– “Es como que tengo un sufrimiento que no le encuentro acomodo.”
– “¿Y qué más?”
– “Como que espero que un poco de calor que me alivie…” respondió agitada la mujer.
– “¿Calor?”

chiste confesión inesperada
– “Calor, padre, calor humano, que de alivio a mi padecer…”
– “¿Y qué tan frecuente es esa tentación?”
– “Permanente, padre, por ejemplo, ahora me imagino que sus manos sobre mi piel me darían mucho alivio…”
– “¡Hija, como va a decir eso!” respondió el padre sobresaltado.

– “Sí, padre, perdóneme, pero me urge que alguien fuerte me estruje entre sus brazos y me dé el alivio que necesito…”
– “Por ejemplo… ¿yo?”
– “Por ejemplo, usted es la clase de hombre que imagino me puede aliviar.”
– “Perdóname, hija mía, pero necesito saber tu edad…”
– “Setenta y cuatro, padre…”
– “Señora, vaya en paz que lo suyo es reumatismo…”

TodoMail