la ciudad lo asumió como propio
entrañablemente suyo
y él no lo sabía.
Su carrito celeste por la calle Malabia
un escudo de Rácing grabado en la madera
una caja de cartón y otra y otra caja
una cuadra y otra cuadra y otra cuadra
Nunca nadie lo vio morirse de antemano
ni mendigarle al poderoso sus migajas
y no me animé a gritarle su honradez
en la cara y aún ando
clavándome puñales en las manos
por no haberlo abrazado
sin importarme el olor a humo de su ropa
ni sus sudores viejos
su sonrisa de clown, la boca desdentada
y decirle sin pudor alguno:
– viejo, cuánto quiero tu dignidad inmensa –
Una caja de cartón y otra y otra caja
una cuadra y otra cuadra y otra cuadra
El partió de las calles para siempre
y nadie se dio cuenta
como tampoco advirtieron su llegada
pero la ciudad está vacía en su costado izquierdo
totalmente dolida
y mutilada.
Nota BTI: Gracias a los poetas, como Jorge y tantos otros, estos personajes populares permanecen presentes y nos permiten a contarles a nuestros hijos quienes fueron. Gracias
BTI