Un día a pura Tradición; 3º Campeonato de Herradores. Oficio y arte.

Una vez más un grupo de herradores equinos encabezados por Pedro Pechar y Carlos María “Bechi” Novillo organizaron este sábado 21 de octubre el Campeonato de Herradores 2017 con la participación de unas 30 personas, entyre ellos varios jóvenes,  que ejercen tan noble oficio.

El Tiro Federal de San Antonio de Areco fue la sede del encuentro y desde temprano los participantes fueron armando sus espacios que contaban con sus indispensables hornos a gas, yunques o bigornias más todas herramientas propias de los herreros.

Aún para quienes conocen del oficio nunca deja de asombrar cómo simples barras o planchuelas de hierro de 25/30 centímetros se convierten a puro calor y nervio, en herraduras.

 

La actividad, comandada por Pedro Bechar, siguió durante la tarde cuando, tras el trabajo de calificación de los jurados, los herradores procedieron a limpiar los vasos de varios caballos y colocar las herraduras correspondientes de acuerdo a sus tamaños.

ElJurado que explicó las pautas para la clasificación estuvo formadopor los esxpertos en la materia señores Jorge Perul,  Marcelo Reynoso y Miguel Cáceres.

Mientras las actividades se multiplicaban el puesto  que montó la Asociación Cooperadora del Hospital “Emilio Zerboni” vendía los exquisitos choripanes y sandwichs de carne y las bebidas que los acompañaran.

Esta actividad que se repite cada año para la época de la tradición constituye una buena labor de docencia paa una actividad, oficio o arte que, si bien es poco usual dada la iondustrialización en la fabricación de herraduras, sigue siendo usada esporádicamente y en casos especiales.

Pero, en resumen, una demostración de dedicación y destreza manual que atrajo a muchos vecinos que llegaron hasta el Tiro federal para deleitarse con un día muy especial.

Pedro Pechar el principal hacedor, junto a “Bechi” Novillo, de este certamen  manifestó estar muy contento por la concurrencia y el acompañamiento de vecinos y del clima en un día algo ventoso pero excepcionalmente soleado y, sobre todo, por la participación de varios principiantes jóvenes acompañados por sus maestros que los van orientando y corrigiendo posibles errores.

Pedro agregó que la calidad de los trabajos es muy variada ,en especial por la participación de principiantes y que falta mucho para seguir creciendo en un trabajo de de herrería que se usa poco ante la oferta de herraduras de fábrica, pero que es bueno estar preparado para cuando es necesario fabricarlas artesanalmente por diversas causas o problemas  que ofrece un animal y hay que saber hacerlo.

En su carácter de docente en la materia aseguró Pechar que es gratificante enseñar a novicios que después de tres o cuatro años se convierten en profesionales y se largan solos.

Por otra parte recalcó que este tipo de encuentros sirve para volver a estar con gente, con amigos a los que se ve esporádicamente y que, por estar dentro de la época de la Tradición, sirve para rememorar otros tiempos en que se araba con caballos o se transportaba cereal en grandes carros y chatas destacando que se herrarían en esta ocasión algunos caballos pesados traídos desde Duggan y que la intención del encuentro también pasa por ahí.

Pedro participó en el concurso como una manera de despuntar el vicio aunque reconociendo que hace rato no lo hace por aquellos de la docencia y de la industrialización de las herraduras.

Visiblemente conforme finalmente aseguró que la experiencia se repetirá cada año como contribución a resaltar los usos y costumbres del hombre de campo.

Como cierre vaya esta milonga:

La chata de Lobería de Luis Domingo Berho

Viene avanzando una chata
que sigue un caballerizo,
que montao en un petiso
va detrás de la culata;
parece que el sol lo achata,
o el peso de su sombrero.
Ya se abre un torniquetero
y entra en un campo a cargar,
porque viene a levantar
la cosecha del potrero.

Esperando que lo cinchen
en cuanto cargue su dueño
un ladero se echa un sueño,
y las roldanas del guinche,
sin dejar de hacer bochinche
no se quieren quedar quietas.
Las bolsas, hechas maleta,
van subiendo sin parar,
hasta llegar a formar
dos filas sobre la aleta.

Después, a los barquinazos,
mueve; al ruido de las cuñas,
clava el varero las uñas
queriendo hacerse pedazos;
y al sonar los latigazos
como tiros de pistola,
se hace el ladero una bola
y se afirma el cadenero,
como gato cocinero
que lo tiran de la cola.

Rumbeando pa la estación
un día que había cargao,
se tuvo que hacer a un lao
pa darle paso a un camión.
Y desde aquella ocasión
quedó atrás, y se ha perdido:
el asfalto no ha podido
resistir todo su peso,
y se quedó en el espeso
tembladeral del olvido.

Hoy está pa gallinero,
pero cargada de gloria,
y ya ha pasao a la historia
su pintoresco letrero.
Todo el lujo de su apero
se fue con ella, también…
¡Ya no corta el terraplén
la chata de Lobería,
que en otros tiempos solía
pasar con rumbo al Quequén!