Se suspendió el partido de fútbol entre Argentina e Israel en Jerusalén después de una protesta de militantes por las acciones del Estado Judío ante Palestina.
Cabe imaginar entonces que para ser coherentes la Selección no jugará en Rusia, porque desde el Kremlin se decidieron las incursiones militares en Siria en complicidad con el tirano Bashar Al Assad que determinaron la muerte de miles de ciudadanos de ese país.
Tampoco deberíamos jugar entonces ante Islandia, porque fuerzas de ese país conformaron las alianzas que invadieron Irak y Afganistán a sangre y fuego.
Tampoco contra Nigeria en protesta por las atrocidades perpetradas por el colectivo terrorista Boko Haram ante miles de víctimas, mujeres en su mayoría.
Por supuesto, hay que evitar Croacia, en solidaridad con los serbios quienes no convalidan la brutalidad croata en la guerra que los enfrentó y que mató a tantos: claro que los serbios tampoco fueron santos ni mucho menos.
NI hablar de las pasadas alianzas croatas con los nazis.
Hay que advertir que no jugaremos contra España, por los enclaves coloniales en Ceuta y Melilla, por la verjas electrificadas en estos sitios que matan inmigrantes.
Tampoco contra Francia por sus políticas históricamente colonialistas ni contra Arabia Saudita por la opresión en ese país contra las mujeres ni contra Brasil, que encarceló a Lula, y por su pasado esclavista que no cede del todo habida cuenta de la discriminación que sigue existiendo…
No juguemos con nadie. Ni con nosotros mismos que ni siquiera podemos lidiar con nuestros casos de corrupción.