Muchos recordarán el 9 de julio del año 2007 cuando, en la ciudad de Buenos Aires, que celebraba la Independencia Argentina, cayó una nevada que cubrió la ciudad de blanco. El entusiasmo fue generalizado y los medios trataban de cubrir la nevada en todos los barrios porteños. Los noticieros titulaban «Nevada histórica». Y era cierto, pero no fue la única vez que nevó en Buenos Aires.
LA NACIÓN se refería a un nuevo encanto en la ciudad, aludiendo a que ahora se podía tener la ilusión de la nieve de París. Esa era la sensación general. Tanto quería Buenos Aires parecerse a París que sentía que por fin una nevada acercaba esos paisajes bañados en blanco que muchos añoraban y que otros, por primera vez disfrutaban. «Esta noche porteña parece una noche parisiense. No es una mala noche», dijo LA NACIÓN.
Aquel sábado 22, nevó en casi toda la provincia de Buenos Aires y también en porciones de La Pampa, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, hasta Paso de los Libres. La mayor temperatura registrada fue de 9° y la nieve, sólida, se transformó en el juguete por excelencia de grandes y chicos. Entre los grandes, el pintor Cesáreo Bernaldo de Quirós y el escultor Pedro Zonza Briano se entretuvieron haciendo una magnífica imagen en los bosques de Palermo. Entre los chicos, Manolo, Delfinita y Gabriel Gálvez crearon el clásico muñeco de nieve, que vestía una bufanda de la escritora Delfina Bunge y un sombrero del escritor Manuel Gálvez.
Sin embargo, Manolo Gálvez tenía otra versión, muy suya: «¿Vieron? ¿Vieron cómo Dios me hizo caso?», repetía sin cesar.