La ley de dar para recibir. Por Claudio Valerio

El universo opera por medio de un intercambio dinámico… Dar y recibir
son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si
estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la
abundancia del universo circulando en nuestra vida.
La segunda ley espiritual del éxito es la ley del dar. También podría
llamarse la ley del dar y recibir porque el universo opera a través de
un intercambio dinámico… Nada es estático. Nuestro cuerpo está en
intercambio dinámico y constante con el cuerpo del universo; nuestra
mente mantiene una interacción dinámica con la mente del cosmos;
nuestra energía es una expresión de la energía del cosmos.
El flujo vital no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos
los elementos y fuerzas que estructuran el campo de la existencia,
interacción que opera a través de la ley del dar. Puesto que nuestro
cuerpo, nuestra mente, y el universo mantienen un constante y dinámico
intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el
flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, se estanca y
comienza a coagularse. Por ello debemos dar y recibir a fin de
mantener la riqueza y la prosperidad.
Toda relación es una relación de dar y recibir; el dar engendra el
recibir, y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que
se va debe volver. En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque
ambos son aspectos diferentes del flujo de energía en el universo. Y
si detenemos el flujo de uno de los dos, obstaculizamos la
inteligencia de la naturaleza.
En toda semilla está la promesa de miles de bosques; pero la semilla
no debe ser acaparada, sino que debe dar su inteligencia al suelo
fértil. A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para
convertirse en una manifestación material.
Cuanto más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia
del universo circulando en nuestra vida. En realidad, todo lo que
tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado; lo que
no se multiplica a través del dar, no vale la pena recibirlo. Si al
dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en
realidad, y no generará abundancia; cuando damos a regañadientes, no
hay energía detrás de nuestro acto de dar.
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención, que debe ser
siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la
felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia.
La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el
acto es incondicional y sale del corazón. Por eso el acto de dar debe
ser alegre—la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el
acto mismo de dar. Así, la energía que hay en el acto de dar aumenta
muchas veces más.
En realidad, practicar la ley del dar es muy sencillo: si deseamos
atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los
demás; si deseamos riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa
riqueza. En realidad, la manera más fácil de obtener lo que deseamos
es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean.
La palabra “consciencia” implica mucho más que energía e
información—implica energía e información que viven en forma de
pensamiento. Por tanto, somos haces de pensamiento en medio de un
universo pensante, y el pensamiento tiene el poder de transformar.
La vida es la danza eterna de la consciencia, que se manifiesta como
un intercambio dinámico de impulsos de inteligencia entre el
microcosmos y el macrocosmos, entre el cuerpo humano y el universo,
entre la mente humana y la mente cósmica.
Cuando aprendemos a dar aquello que buscamos, activamos esa danza y su
coreografía, la cual, con un movimiento exquisito, enérgico y vital,
constituye el palpitar eterno de la vida.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi
deseo de que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en
todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.

Claudio Valerio

© Valerius