“Evita” fue una de las mujeres que más influyó en la vida política argentina, en momentos en que nuevas condiciones sociales que se habían ido desarrollando calladamente en el país hicieron eclosión y provocaron la masiva integración de marginados a la vida política y económica, hecho que los políticos tradicionales no vieron con claridad y que el peronismo promovió y utilizó ampliamente.

Como mujer de gran influencia en la vida política el caso de Eva Perón no fue el primero. Ya en los inicios de la Argentina una mujer de grandes dotes de inteligencia, cultura y belleza había sido fundamental para la revolución de Mayo: Mariquita Sánchez de Thompson, en cuyo salón de forjó la revolución y se cantó luego por primera vez el himno nacional argentino.

Ella, en los escritos que dejó, abogó por la igualdad jurídica de las mujeres a pesar de que en aquella época estaban casi totalmente desprovistas de derechos políticos y reducidas a la vida hogareña casi exclusivamente. Por ejemplo, sabían leer, pero no escribir para que no les fuera posible comunicarse por escrito.

Luego Alicia Moreau de Justo, esposa del dirigente socialista Juan B. Justo, tuvo una larga actuación pública en que el derecho de las mujeres tuvo siempre el lugar preponderante, aunque políticamente fue una adversaria de Eva Perón. Pero fue Evita la que consiguió a favor de la efervescencia popular de su época reinvindicaciones esenciales, entre ellas el voto femenino y creó una fundación que atendió a los desposeídos de una manera masiva y amplia, con apoyo de los recursos del Estado, como no había acontecido antes.

Evita dejó su pobre hogar de Los Toldos para viajar a Buenos Aires con la intención de ser artista y debutó en un radioteatro de radio Belgrano, dirigida por entonces por Jaime Yankelevich, pionero de la radio y de la televisión en la Argentina.

Poco después, en un acto en el Luna Park, conoció al coronel Juan Perón, que ya era secretario de Trabajo y Previsión de la revolución del 43.

No tuvo gran papel en los hechos del 17 de octubre de 1945, que dieron nacimiento al peronismo gracias al apoyo masivo a Perón de los trabajadores que habían advertido el significado de las medidas de Perón desde su oficina estatal.

Perón y Eva se casaron en Junín cinco días después de aquel 17 de octubre en que Perón fue liberado de su prisión en Martín García, habló a la multitud reunida en la plaza de Mayo y arrancó en el mismo balcón de la Casa Rosada la promesa de elecciones generales al presidente Edelmiro J. Farrell.

Desde la fundación Eva Perón, Evita desplegó un plan de ayuda social que fue criticado por la izquierda como demagógico y por la derecha conservadora –que ella, mujer de origen humilde, veía como su enemiga natural- como simple despilfarro de recursos valiosos.

La fundación distribuyó entre los pobres máquinas de coser, juguetes para niños, útiles escolares y muchas otras cosas que luego, sólo por llevar el nombre de la fundación, fueron destruidos por orden del gobierno de la denominada “revolución libertadora”, el golpe militar que derribó a Perón en 1955, cuando Evita ya estaba muerta, de cáncer de útero, hacía tres años.

El 4 de junio de 1952 hizo su última aparición pública, destruida por el cáncer, tan débil que no podía mantenerse en pie, y era ayudada por Perón, que estaba a su lado, mediante un arnés disimulado. En esas condiciones acompañó a Perón en un auto descubierto desde el Congreso a la Casa Rosada, para el acto de asunción de la segunda presidencia.

Murió poco después, a los 33 años de edad. Las honras fúnebres fueron tan extraordinarias que se terminaron las flores de la Argentina y de países vecinos.

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