Juntos por el Cambio ofreció un canal de diálogo institucional y consensuar “un plan de desarrollo”, pero no es una posibilidad que consideren en Casa Rosada. La respuesta a Mauricio Macri
Alberto Fernández se pasó todo el día en Olivos sin agenda pública, enfrascado en reuniones de trabajo con su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, ministros y colaboradores, a poco más de una semana de la presentación del presupuesto, que volverá a poner la prueba el vínculo con la oposición.
La semana pasada se había reservado el lunes para visitar al gobernador Rodolfo Suárez en Mendoza, pero los brotes de COVID-19 en ese distrito y en buena parte del interior del país obligaron al Presidente a cancelar el viaje y a postergar su estrategia de empezar a recorrer las provincias y salir del encierro de Olivos.
“Nosotros hablamos con la oposición. Pregunten a los gobernadores o a los intendentes (Jorge) Macri o (Néstor) Grindetti”, respondieron desde Olivos a este medio cuando se consultó sobre la viabilidad del pedido de Cambiemos.
Y aprovecharon para volver a acentuar las diferencias con el sector más radicalizado de la oposición, encabezado, en parte, por Mauricio Macri y Patricia Bullrich, del PRO.
“Podríamos haber hecho una reunión con Macri la semana pasada. Pero se acordó ahora del diálogo, cuando se le terminaron las vacaciones”, machacaron, con ironía, sobre el viaje por Europa del ex presidente, que finalizó a finales de la semana pasada. El ex mandatario participó ayer a la mañana del encuentro virtual de las cúpulas del PRO, la UCR y la Coalición Cívica, en el que se decidió publicitar el comunicado con el llamado al diálogo. Puertas adentro de la coalición había dudas de la conveniencia política y de los efectos de la convocatoria.
El vínculo entre el Frente de Todos y la oposición, que tuvo su mayor punto de encuentro en el inicio de la crisis sanitaria, se desgastó con el correr de la cuarentena, y se tensionó aún más tras el envío del proyecto de reforma judicial al Congreso, que Fernández presentó en el Salón Blanco de la Casa Rosada ante la ausencia de figuras de Cambiemos.
Hasta ese momento, por ejemplo, el jefe de Estado mantenía un canal de conversación informal con Mario Negri, el jefe del interbloque opositor en la Cámara baja. Horas antes de la presentación formal de la reforma del Poder Judicial y de la comisión encargada de revisar el funcionamiento de la Corte Suprema y del Ministerio Público fiscal, Fernández le pidió a Julio Vitobello, su secretario General de la Presidencia, que convocara a los jefes de las bancadas opositoras.
Vitobello telefoneó a Negri y a Cristian Ritondo, que avisaron que mantendrían la posición partidaria y no irían a la presentación. Desde esos días, a fines de julio, el diálogo entre Negri y la Casa Rosada se interrumpió.
Mañana, el Frente de Todos y la oposición buscarán de todos modos en Diputados acercar posiciones al final de la tarde, después del fracaso en las negociaciones del martes pasado en torno al funcionamiento del protocolo de sesiones. Este lunes, las espadas jurídicas de Juntos por el Cambio impugnaron la sesión del último martes.
Horas después, Alberto Fernández resaltó durante el agasajo por el Día de la Industria, molesto, que no se habían podido votar dos leyes por culpa de los legisladores de la oposición. Los diputados de Juntos por el Cambio abandonaron el recinto después de la medianoche, pero el oficialismo avanzó en soledad y consiguió la sanción de los dos proyectos en discusión, uno de ellos destinado al turismo y la gastronomía.
La desinformación presidencial motivó, en la noche del pasado miércoles, una cruda reunión entre Fernández, Máximo Kirchner y Sergio Massa, en la que se analizó el tirante vínculo con Cambiemos. Pero se conversó, además, sobre la estrategia mediática. Los trascendidos dan cuenta de que el jefe del bloque del Frente en Diputados lanzó durísimas críticas a Vitobello, que pasa casi todo el día al lado del Presidente.
Como en la oposición, el sector más combativo del Frente de Todos gana espacio puertas adentro. Hace dos domingos, el jefe de Estado y Cristina Kirchner almorzaron en Olivos. Después de esa comida, que se extendió hasta la hora del té, Fernández prefirió la radicalización a la moderación.