¿Quién se va después del 14 de noviembre? ¿Alberto, Cristina, La Cámpora o todos juntos?

Las aguas están turbias dentro del Gobierno y amenaza con quebrar el Frente de Todos si los resultados de las generales no son positivas. (Dibujo: NOVA)

El “albertismo” es como las brujas. No existe, pero que lo hay, lo hay. Y a menudo amenaza avanzar con la expulsión del cristinismo del Gobierno del Frente de Todos, pero finalmente recula a último momento.

Ahora parece volver a la ofensiva, y amenaza con “sacar a todos los de La Càmpora que han ocupado el poder. No importa el resultado de las elecciones.” Quien esto suscribe es un sector del gobierno que incluye a intendentes, gobernadores y sindicalistas, que invocan el liderazgo de un Alberto Fernández que permanece en estado vegetativo, asegurando que no traicionará a su vice aunque ella lo traicione.

De hecho, la imagen de Alberto ha sido quitada de la cartelería que promociona a los candidatos del oficialismo, mientras que se mantiene la de Cristina Kirchner y de Sergio Massa, aunque sus números en las encuestas sean tan malos o peores incluso que los del presidente. ¿Resucitará Alberto después del 14 de noviembre?.

Del otro lado de la grieta interna del Frente de Todos, el plan es el inverso. De lo que se trata es de desalojar al “albertismo”. Luis D’Elia afirmó que “Se gane o se pierda, veremos después de las elecciones si Alberto es De la Rúa o Kirchner”. O cambia o se va. En este escenario, Cristina debería asumir el liderazgo indiscutido.

Si bien D’Elía es un marginal, no pasa desapercibido que antes de irse al Sur con su hijo Máximo, la viceprsidenta ordenó el sábado a sus seguidores que “vayan a la Plaza” al acto del 17 de octubre. Quedaba claro que la celebración tenía poco que ver con Perón y Evita y mucho con una demostración de fuerza interna dentro del Frente de Todos. Cristina estaba al tanto de la arenga de D’Elia y de los discursos incendiarios que pronunciarían Hebe de Bonafini y de Amado Boudou, y alentó a su militancia a acompañarlos.

Como siempre, el único que estaba al margen de lo que sucedía era Alberto Fernández, al punto de subirse al helicóptero para concurrir a la Plaza y tener que volverse a Olivos en la mitad del viaje, cuando le informaron que se trataba de un acto opositor interno a su gestión.

El presidente sigue naufragando en su balsa. Y aún así alimenta las expectativas de un “albertismo” que lo precisa para nacer, y de Juntos por el Cambio, que pretende respaldarlo –aunque no lo explicite aún por estrategia electoral- para evitar tener que hacerse cargo de la firma con el FMI en caso de una eventual sucesión presidencial anticipada.

Si hay algo que la oposición aborrece y le provoca pesadillas es tener que asumir las consecuencias de sus propias decisiones en el gobierno nacional en tiempos de Mauricio Macri. Pero el desgaste del Frente de Todos no le asegura que consiga esquivarlo.

(Fuente: Agencia NOVA)